Museo del cine

En la original Cineteca Nacional ubicada en el cruce de Tlalpan y Churubusco, donde hoy se localiza el Centro Nacional de las Artes, al entrar a la sala Fernando de Fuentes se podía disfrutar y admirar una serie de dibujos que Eisenstein dibujó durante su estancia en México para filmar ¡Qué viva México! a principios de los años treinta. En la misma instalación al entrar al Salón Rojo que estaba en el primer piso se apreciaban algunos espejos cóncavos y convexos, que al igual que en el original Salón Rojo de la segunda década del siglo pasado, nos permitía vernos deformados.

En el nuevo y moderno Museo del Estanquillo, ubicado en la esquina de Madero e Isabel la Católica en el Centro Histórico de la capital del país, se puede admirar la colección de arte popular, sobre todo urbano, de Carlos Monsiváis. Incluye la colección un muy buen número de carteles y fotos fijas de innumerables películas que han sido parte de la educación sentimental del mexicano.

Museo de cine de Viena
Film museum en Viena, Austria

Durante los festejos de los ochenta años de la llegada del cine a México en 1977 se montó la exposición 80 años de cine en México en el Museo del Chopo y se editó un libro del mismo título con varios ensayos sobre el tema debidos a las plumas de Aurelio de los Reyes, David Ramón, María Luisa Amador y Rodolfo Rivera.

Quitando estos ejemplos bastante distantes en el tiempo y descontextualizados entre sí, no hemos podido crear un museo dedicado exclusivamente al cine como parte integral de la historia de México. Existe un proyecto en ciernes que parece va por buen camino, según se desprende de una entrevista a Pablo Ortiz Monasterio, cabeza visible del proyecto de creación del museo.

El afamado fotógrafo – no entiendo por qué no encabeza el proyecto un historiador del cine – nos comenta en entrevista con Milenio Diario (21 de agosto de 2008) que la realización del susodicho museo “es inminente”. Es necesario preservar y reconstruir mucho de nuestra cinematografía nacional, en especial el período mudo. La mayoría de la producción que se filmo entre 1896 y 1930 esta perdida. Desgraciadamente no hubo memoria histórica entre los pioneros del cine por lo que se requiere salvaguardar lo poco que queda del patrimonio cinematográfico de esa época para mejor comprender nuestro presente. Un museo del cine también ayudará a difundir el arte cinematográfico.

En la entrevista mencionada Ortiz Monasterio comenta que “la historia de la Cineteca Nacional es un hoyo negro en nuestra cultura, y la Filmoteca de la UNAM es una opción importantísima…” refiriéndose al incendio que acabó con parte importante de nuestro acervo fílmico cuando Margarita López Portillo dirigió los destinos del cine nacional.

Se necesita digitalizar al cine para difundirlo a través de foros virtuales que unan a la totalidad de nuestras entidades, y no, como hasta la fecha, que están bastante desvinculadas.

Según Ortiz Monasterio ya se han creado canales de comunicación con las autoridades locales de aquellas entidades donde se llevan a cabo festivales de cine y con las instancias oficiales que los promueven. Después de 113 años de que llegó el cine a nuestro país, no hemos logrado crear un museo que aglutine la historia cinematográfica mexicana. De lograrse llevar a buen puerto la creación del susodicho museo, éste llenará un grandísimo hueco que tiene nuestra oferta museística, pues no entiendo cómo tenemos museos de culturas populares y, el cine, que es una de las actividades populares más socorridas, carece de uno.

Tres propuestas quiero externar: la primera que sea un reconocido historiador del cine que encabece el proyecto; segunda, que el museo no se ubique en la ciudad de México, pues ya estamos cansados de centralismos culturales; y finalmente que trabajen juntos, productores, distribuidores, directores, músicos, editores, actores y actrices, sonidistas, tramoyistas, guionistas, fotógrafos y cuánta persona tenga algo que ver con la industria del cine para obtener una visión plural del fenómeno.