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Decibel crea el fondo adecuado para Méliès

Entrevista al grupo Decibel hecha por Viridiana Villegas Hernández y publicada en El Financiero el pasado 7 de octubre:

¿Qué ocurre cuando el cine mudo se convierte también en toda una experiencia auditiva? El grupo Decibel descubrió que de esta manera su laboratorio sonoro podría llegar más lejos: el año pasado trabajaron la musicalización de seis míticas películas de Georges Méliès, labor que este 2012 se ve materializado en una producción discográfica interesante, de ruidos evocadores.

Hace 7 años los músicos Carlos Robledo y Walter Shmidt fueron invitados para hacer la música que acompañara una función de cine mudo en un festival de Tijuana; el filme a tratar era El viaje a la Luna, de Georges Méliès. De manera posterior, también se presentaron con este espectáculo audiovisual en diversas ciudades, como Monterrey; sin embargo, fue hasta el año pasado que el personal de la Cineteca Nacional, interesado entonces en la realización de ciclos de cine mudo con musicalización en vivo, invitó a la agrupación Decibel -formada en 1974- para llevar a cabo el trabajo sonoro del proyecto que involucraría seis cintas del considerado mago de la cinematografía: El Eclipse (1907), El inquilino diabólico (1909), El viaje a través de lo imposible, así como Tchin Chao (ambas de 1904), Foto a larga distancia inalámbrica (1908) y, por supuesto, El viaje a la Luna (1902). De esta manera Javier Baviera [saxofón alto y tenor], Alex Eisenring [guitarra, sintetizador y programación], Carlos Robledo [sintetizador y percusiones], Alejandro Sánchez [violín] y Walter Schmidt [bajo, sintetizador, percusiones y juguetes] se reunieron para dar comienzo a la planeación de un programa con duración de una hora para las funciones en vivo, cúmulo de sonoridades que hoy podemos apreciar en el disco Méliès, del cual hablamos con uno de los integrantes de esta agrupación.

El cine de este gran autor -sostiene Walter Schmidt- es muy estimulante para músicos con nuestras características, que utilizamos mucho la música electrónica y el ruido en las composiciones. La música que nosotros creamos tiende a adaptarse muy bien para acompañar trabajos cinematográficos de esta naturaleza que, en el caso de Méliès, son considerados vanguardistas en el género de la ciencia ficción.

La agrupación musical Decibel. Foto: Revistatoma.wordpress.com

Si algo singulariza a Decibel es que a pesar del tiempo y las modas ha defendido la experimentación en cada uno de sus proyectos. En esta producción, ¿qué nuevas posibilidades instrumentales se permitieron encontrar?

-¡Muchísimas! Si bien como grupo no hemos trabajado de forma permanente desde 1974 y han transcurrido muchos años durante los cuales nos hemos dedicado a hacer otras actividades (entre colaboraciones, proyectos personales o fuera de la música), ahora que nos reunimos para hacer este disco fue evidente que llevamos a cabo algo distinto a todo lo anterior en nuestra trayectoria juntos: Méliès es más electrónico, incluimos más secuencias y cintas pregrabadas porque las películas de este realizador se prestan mucho para todos estos efectos. La música de Decibel es bastante ambiental y, además, procuramos la enfatización de ciertos incidentales; por ejemplo, el sonido de un tren cuando aparece una de estas maquinarias en pantalla, o ruidos de martillazos acordes a las imágenes reproducidas por el cinematógrafo. Tratamos de acercarnos de manera muy concreta a los filmes. Te doy una muestra: en El viaje a la Luna, cuando asesinan a los selenitas, en las funciones en vivo utilizo unos globos previamente inflados que voy reventando con un alfiler para interpretar la explosión de la cual son víctimas estos seres; concebí esta parte desde el principio del proyecto y creo que éste es uno de los detalles que llama mucho la atención del público por tratarse de un elemento casi teatral pues, a pesar de que los músicos no tenemos un contacto directo con la gente durante las presentaciones porque está atenta a la proyección, de pronto llegan a darse cuenta de las cosas raras que provocamos en el escenario.

Y es que cómo no reparar en, por ejemplo, los juguetes que usted utilizó en esta grabación…

-Sí… Utilicé un metalófono de juguete, una pistola de rayos (de esas que emiten un sonido semejante al de una alarma de coche), silbatos y demás percusiones, como el flexatón, el calimba y los platillos que me ayudaron en la creación de los efectos incidentales que van muy acordes a los cuadros de los filmes; asimismo usé botes metálicos que golpeo fuertemente en alguna pieza. Es curioso… el primer álbum de Decibel [editado en 1979] se llama El poeta del ruido y la verdad es que sí: nuestro trabajo siempre ha involucrado a la música concreta, los sonidos electrónicos, experimentales y la improvisación libre; pienso que todo esto es lo que con el paso del tiempo nos ha nutrido, y siento hoy más que nunca que la música de Decibel posee más sentido escucharla acompañando el transcurso de una película.

Si uno conoce la filmografía de Georges Méliès y un día decide escuchar las composiciones incluidas en este material discográfico [es decir, sin el estímulo de la parte visual], es posible aprehender la esencia artística de este proyecto, pues al escuchar esta música de pronto la memoria evoca escenas que nos transportan al filme en cuestión.

Disco compacto de Decibel con música para ambientar las películas de Georges Méliès

¿Qué tomaron en cuenta al crear atmósferas musicales adecuadas para cada cinta?

-Creo que vimos estas películas al menos 200 veces para hacer la música y puedo decirte que el ánimo de cada una es muy diferente. Por ejemplo, en el filme Tchin Chao en definitiva debíamos utilizar escalas pentáfonas orientales para darle esa ambientación china que necesitaba, ya que si bien la película se rodó en París aparece un mago ataviado con un traje de seda al más estilo mandarín, así que la música sí está estructurada con base en las películas. Por otra parte, en una de las piezas compusimos una especie de polka que nos remitiera a principios del siglo XX y, no obstante que retomamos estas influencias, el sonido es muy actual y experimental gracias a la manipulación de sintetiza- dores y secuencias por computadora de las que nos valimos.

Méliès a ritmo de Decibel

El programa se titula La magia de Méliès el cual incluye los siguientes filmes El viaje a la Luna (1902), Viaje a través del imposible (1904), Tchin-Chao, el conjurador chino (1904), El eclipse (1907), Foto a larga distancia inalámbrica (1908) y El inquilino diabólico (1909). Las proyecciones tendrán lugar en The Movie Company, sede alterna de la Cineteca Nacional los sábados 26 de mayo y 2 de junio con dos funciones: 17:30 y 20:00 horas.

Decibel está integrado por Walter Schmidt (bajo percusiones), Carlos Robledo (teclados), Javier Baviera (saxofón y piano), Alejandro Sánchez (violín) y Alex Eisenring (guitarra, sintetizador y programación).

Para bajar la música de Decibel, inspirada en obras de Georges Méliès les recomiendo el siguiente link: http://itunes.apple.com/us/album/melies/id495816576.

Hugo de Martin Scorsese. La Calle de enero 30, 2012

La colaboración de la semana pasada la dediqué a la cinta francesa The Artist, probable candidata a ganar el Oscar como mejor cinta del año. En esta ocasión hablaré de Hugo, otra seria candidata, al igual que la anterior, a llevarse a casa la estatuilla como mejor filme del año. Ambas cintas están relacionadas con el cine mudo. La primera filmada en blanco y negro y sin sonido, tal y como se recreaba el cine durante la década de los veinte del siglo pasado y la segunda, un homenaje al pionero Georges Méliès de la mano del cineasta Martin Scorsese. Más conocido por sus filmes duros y descarnados que describen los bajos fondos del crimen organizado que permea en la sociedad norteamericana.

La cinta de Martin Scorsese, Hugo es el sueño de un cinéfilo. Un homenaje a los inicios del cine cuando la audiencia tendía a saltar al ver en la pantalla la llegada de un tren y creer que la máquina saltaría fuera de pantalla para aplastarlos. A esos cándidos años donde todo era descubrimiento, desde la forma de fotografiar hasta cómo desarrollar un lenguaje cinematográfico.

El filme está basado en la novela La invención de Hugo Cabret de Brian Selznick. El apellido del autor les debe resultar familiar, pues es un descendiente del famoso productor Hollywoodense de la primera mitad del siglo pasado, David O. Selznick, quien produjo películas que hicieron historia como Lo que el viento se llevó, Rebeca, David Copperfield y Spellbound. Para Scorsese debió ser una atracción de connoisseur e historiador cinematográfico lo que lo atrajo de crear esta fantasía de amor al celuloide.

Encantadora no es el adjetivo que uno utilizaría para describir las películas de Martin Scorsese, pero no puedo pensar en ningún otro para describir su romántica visión de los inicios de ese nuevo arte. El nombre de Georges Méliès no tendrá mucho significado para algún cinéfilo actual, es un nombre casi perdido en el tiempo. Al ser un pionero en el arte de la cinematografía, Méliès nos legó breves obras consideradas hoy como joyas de la cinematografía, a la par que de ciencia ficción y fantasía donde utiliza recursos técnicos llenos de innovación, tales como Viaje a la Luna (1902) y Viaje imposible (1903) por mencionar un par de ellas.

Scorsese no solo recrea a Méliès, sino también a Steven Spielberg (aventuras infantiles), Tim Burton (maquinaria), Fritz Lang (autómata) y Harold Lloyd (Hugo colgado de la manecilla de un reloj) para darnos una bellísima película, a la par de ser una de las mejores del año. No en balde la cinta está nominada a los premios Oscar como mejor película y mejor director. Una película que será disfrutada por cualquier persona sin importar la edad, pero con una aguda imaginación.

El director logra asombrar visualmente al espectador con impresionantes movimientos de cámara. Por ejemplo, en una de las escenas iniciales, en la inmensa estación del tren, donde transcurre casi toda de la obra, Scorsese siembra la cámara a ras del suelo donde muestra una vertiginosa toma que paulatinamente se incrusta entre los viajantes congregados en la estación hasta sentir el barullo e integrarse al conglomerado humano. La película está visualizada desde la perspectiva de Hugo, quien la mayor parte del tiempo es un espectador pasivo que ve el mundo pasar, al igual que la audiencia. Esto es reforzado con tomas a través de ventanas que nos dan una sensación similar a la que experimenta el niño: la de ver una película proyectarse junto a él.

La estación del tren es donde vive Hugo (Asa Butterfield) desde la inesperada muerte de su padre (Jude Law). Allí lo llevó su despiadado tío (Ray Winstone) cuyo trabajo consiste en mantener todos los relojes trabajando de forma precisa y exacta. El tío pronto desaparece y Hugo queda solo con el único recuerdo que tiene de su padre, un autómata necesitado de reparación. Para poder reparar el androide, Hugo hurta poleas, ruedas y otras partes de un viejo juguetero (Ben Kingsley) cuya pequeño taller de reparación está localizado dentro de la estación de trenes. A la larga, el viejo juguetero encontrará a Hugo robando las piezas y le exigirá devolverlas. Para ello le confisca una pequeña caja que le regaló su papá. Ambas llegan a un acuerdo, Hugo trabajará en el taller de juguetes a cambio de, tal vez, recuperar su libro. Al poco tiempo, Hugo conocerá a Isabelle, quien resulta ser la ahijada del viejo juguetero. Juntos descubrirán un secreto muy bien guardado que el achacoso y melancólico reparador de juguetes ha querido olvidar, que es el gran innovador y pionero cinematográfico Georges Méliès, para muchos ya fallecido y cuyas obras se consideran perdidas. Un historiador del cine )Christopher Lee) que los dos muchachos conocen en la biblioteca reconoce al vencido Méliès y es entonces que los espectadores comenzamos a aprender de los muchos filmes que se pensaban perdidos, pero son encontrados en diversos sótanos y archivos alrededor del mundo donde se mantuvieron polvosos y olvidados por años enteros. Hugo también descubrirá el eslabón que le permitirá reparar al autómata y lograr restaurarlo, una llave de oro que Isabelle trae colgando en un collar.

Scorsese ha creado una historia sobre un niño y un viejo, ambos asustado, perdidos, y robados de sus sueños. Durante el filme, el niño logra restaurar el autómata y el viejo juguetero percibirá que su genio creativo no se ha perdido, ni tampoco está olvidado. En esencia, Scorsese ha creado una fascinante alegoría sobre la preservación del cine y su restauración. Una película que solo Martin Scorsese pudo haber plasmado en la pantalla con tanto amor y devoción. Un sensible y profundo homenaje al arte cinematográfico en la persona de uno de sus pioneros más representativos.

Francamente, yo no estoy seguro que esta obra sea para todo público, en especial los niños. Esto lo considero un problema ya que se supone es una película familiar. El filme es un poco complejo para que un niño y requiere de cierta paciencia, una característica poco común en la mayoría del público. Pero como dice el viejo adagio, la paciencia es una virtud, y aquellos que la tengan obtendrán una recompensa visual y emocional.

A diferencia de otras obras de Martin Scorsese en ésta no hay cadáveres sangrantes proliferando escena tras escena. El aspecto más tétrico de la película es un Doberman listo para atacar a la voz de su amo, un desalmado policía de la estación (Sacha Baron Cohen) quien está a la caza de Hugo para enviarlo a un orfanato.

Películas mudas de Georges Méliès

El 23 de agosto de 1904 se proyectó en el Teatro Prinicipal de Toluca la versión fílmica de la novela de Julio Verne, Viaje a la Luna de Georges Méliès:

Cuatro cortos de Georges Méliès (1861-1938) que la Filmoteca de Cataluñaa ha restaurado. Las vistas son:
Évocation spirite (1899)
La Pyramide de Triboulet (1899)
L’artiste et le mannequin (1900)
Éruption volcanique á la Martinique(1902)

L’homme orchestre (1900)