Archivo de la categoría: Leopoldo Beristáin

Viaje Redondo (1919)

Tomado de Cine-Mundial, vol. 5, agosto, 1920, p. 721:

Viaje redondo, la primera comedia de la tan anunciada serie de interpretaciones de
Leopoldo Beristáin, con argumento de Carlos Noriega Hope, dirección de J. Manuel
Ramos y fotografía de Lamadrid, editada por La Cinema.

Leopoldo Beristain en Viaje redondo (1919)

Leopoldo Beristáin no debió tener muchas dificultades para crear al protagonista, puesto que está cortado con los mismos moldes que nuestras zarzuelas típicas, en las que es maestro. Con la palabra ha perdido mucho mérito su labor; pero como la mímica de nuestro pueblo bajo es bastante expresiva para los que la conocemos, todo el público ha reído, que es lo que se trataba de conseguir. Algún cronista pudo hacer con más oportunidad que yo una recomendación sobre las pelucas exageradas del actor, y también voto porque desaparezcan.

Lucina Joya ha desempeñado su parte con el acierto de siempre y los demás tampoco desmerecen. Podemos conformarnos con que la próxima sea igual.

Según un anuncio aparecido en El Universal en la sección Teatros y cines el 12 de junio de 1920, esta cinta se estrenó ese sábado 12 en los cines Venecia, San Juan de Letrán, San Hipólito, Trianón, Casino y América. (Las vistas. Una época del cine en México, Manuel González Casanova)

Federico Dávalos Orozco en Albores del cine mexicano menciona que:

[Viaje redondo], sobre un argumento de Carlos Noriega Hope, cuenta los apuros de un fuereño en la capital: el provinciano don Chon, caracterizado por el comediante Leopoldo Cuatezón Beristáin, procedente del imaginario poblado de Santa Cruz Tepetitlán, se aventura por la «aristocrática» calle de Plateros y el Zócalo a lomo de burro. Las gacetillas afirmaron que el Cuatezón Beristáin había creado «un nuevo tipo cinematográfico hasta ahora desconocido: el charro mexicano».

Fotogramas varios de Viaje Redondo

La ficha filmográfica aparece en Filmografía general del cine mexicano (1906-1931) de Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal:

Producción: Martínez y Cía., La Cinema, Agustín Elías Martínez. Dirección artística: José Manuel Ramos. Argumento: Silvestre Bonnard (seudónimo de Carlos Noriega Hope). Adaptación: José Manuel Ramos. Fotografía: Julio Lamadrid. Intérpretes: Leopoldo Cuatezón Beristáin (don Ascensión Salpullido), Lucina Joya, Alicia Pérez, Armando López, Manuel y Pompín Iglesias, Joaquín Pardavé. Longitud: 5 partes.

Nota: El argumento versaba sobre los apuros de un fuereño en el maremagnum de la capital. […] En esta película, considerada por su asunto como «netamente mexicana», se dio oportunidad para que algunos creadores del llamado «género mexicano» del teatro de revista probaran fortuna en el cine. Viaje redondo fue la primera cinta de Joaquín Pardavé.

Gabriel Ramírez en Crónica del cine mudo mexicano escribió lo siguiente sobre el filme Viaje redondo:

José Manuel Ramos y Julio Lamadrid, de la recién desmantelada Films Colonial, se unieron al distribuidor Agustín Elías Martínez y su productora La Cinema Martínez y Cía. para rodar una película que sacaría del Lírico algunos elementos de la compañía de zarzuela mexicana de Leopoldo Cuatezón Beristáin «artista de la cuerda vernácula nacional». Pensaba como la primera de una serie que Martínez quería hacer con el popular cómico, Viaje redondo no fue más que una sucesión de sus hilarantes y grotescas rutinas tandófilas que el argumentista Silvestre Bonnard explotó sin mayores esfuerzos.

Uno puede aventurar que por más elementales y obvias que fueran las situaciones y enredos que se originaran con la visita a la capital del torpe provinciano Beristáin (que seguramente lo fueron), Viaje redondo tuvo que significar por fuerza una fresca variante dentro del asfixiado y entumecido panorama del cine mexicano. No era difícil lo que conseguía la indudable vis cómica del Cuatezón, («será para México lo que Chaplin en Norteamérica») en que las risas y carcajadas que noche a noche producía en el teatro su discriminadora caricatura de ese mitológico campesino mexicano, suma de todas las sandeces, se repitiera en el cine. Al menos, así lo dejaban entrever los siguientes comentarios.

Fotografía: Cine-Mundial de septiembre, 1920

Para Bermúdez Zataráin, por ejemplo, Viaje redondo hacía «reir constantemente», o casi, y le pronosticaba un «seguro e indudable» triunfo basado completamente en Beristáin, «tan característico como cualquier otro tipo de comediante, con la ventaja de ser muy original (…), con sus ingenuidades muy a menudo maliciosas (y) su carácter muy nacional y muy simpático». Refiriéndose a la esquemática factura de la película, reducida a una breve incursión a la «terrible vida de esta ciudad de basura», (según rezaba uno de los títulos), que ya desde entonces era el Distrito Federal, el cronista se lamentaba de la pobreza del guión,

«que restó brillantez al asunto de por sí muy gracioso que se hubiera prestado en manos hábiles a ser doblemente rápido en muchas de ellas, destruyeron algo del efecto cómico, un ejemplo: el detalle trunco de la conversación en momentos culminantes, tales como las referentes al movimiento de las calles en el correo: una vista en perspectiva desde lo alto del Teatro Nacional con el tráfico de vehículos y transeúntes, hubiera pintado más marcadamente las angustias de buen Chon (Beristáin). Los interiores (…) fueron demasiado restringidos y esto viene a demostrar que la galería de la Avenida Salvador puede ser excelente para hacer fotografías, pero no para escenarios cinematográficos. Un detalle técnico malísimo es el de la conversación de Chon con los ladrones de ferrocarril: los close-ups de ellos fueron tomados con el convoy en movimiento y los de Chon cuando el tren estaba parado.» (Rafael Bermúdez Zataráin, en El Universal Ilustrado, 20 de mayo de 1926)

En otro testimonio, ahora de Silvestre Bonnard, se rendía desmedido homenaje a las dotes y virtudes de Beristáin y se le veía como la expresión más genuina surgida en el cine mexicano, llegando al extremo de deplorar la ausencia de auténticos directores en México: «Si Griffith viera a Beristáin, habría de correr tras de él como un poseído; Genina le ofreció carretadas de oro, porque es una gran estrella». Y un poco más adelante: «Beristáin se revela como un espléndido actor de cine y el día que un buen director lo moldee entre sus dedos, competirá con cualquier hacedor de la risa mundial». Por desgracia, «la película, como hay personas aficionadas al teatro que realizan funciones de beneficencia». (Silvestre Bonnard, en El Universal Ilustrado, 27 de mayo de 1920).

Beristáin, fundamentalmente un cómico carpero, vivía tranquilo y confiado en la explotación fácil de su personaje famoso y jamás consideró seriamente que su medio de sustento estuviera en esa cosa precaria que era el cine, hacia el cual, por otra parte, era bastante refractario («¡Hombre!…me revienta Chaplin y la oscuridad», diría alguna vez).

Viaje redondo en Guadalajara 

Dos artículos publicados en Guadalajara dan cuenta de Viaje redondo. Uno de Silvestre Bonnard (seudónimo de Carlos Noriega Hope) y el segundo de Rafael Bermúdez Zataraín. Ambos están reproducidos por Patricia Torres San Martín en Crónicas tapatías del cine mexicano, pp. 44-45:

José Manuel Ramos, 1919. Estrenada en Guadalajara en los cines Ópera, Royal, América y Tabaré el 11 de julio de 1920.

Respetable Público, Silvestre Bonnard (13 de junio de 1920):

Leopoldo Beristáin. El incomparable actor cómico filma una película que pronto conocerá el público metropolitano.

Beristáin llegó a La Habana. En un teatro metropolitano surgió nuevamente con sus interpretaciones folclóricas. Y otravez se congregó a su público, ese heterogéneo conjunto de tandófilos, mujeres equívocas, padres de familia y honestasseñoritas de vecindad. Los jueves, en las funciones familiares Beristáin pulía demasiado sus personajes: trocaba el mecapalera en un .individuo con algo de Carreño en sus ademanes, casi pulcros y decentes […]

Confieso que yo nunca asistía a las funciones familiares, porque no tenían el acre atractivo de sus tandas nocturnas. Eran un remedio social e insignificante del arte folclórico de este gran actor.

[…] Hoy el señor Beristáin es disputado por los escasos productores de México. Le ofrecen sueldos que nadie ha soñado pagar por una actuación cinematográfica, y es ya una cosa común y corriente que la película de Beristáin predicen con entusiasmo [sic]. Beristáin hizo una comedia cinematográfica que tituló Viaje redondo y muy pronto pasará en los cines de México.

Asistí a una exhibición privada y ahora comprendo por qué he escrito tanto acerca de los Frentes de la guerra. Con una claridad maravillosa recordé todo el pasado, así como la historia de Grisel.

La película no es una maravilla, ya que nosotros no podemos aún crear obras perfectas; tiene muchos errores técnicos y muchos deslices artísticos, pero en ella triunfa del principio al fin el gesto de Leopoldo Beristáin. Ignoro si gustaría a México, porque en estas cosas lo mejor es confiarse en la suerte, como sucedió con los Frentes, pero siempre recordaré con melodía, cómo nimoe [sic] inopinadamente a don Leopoldo Beristáin con el cine…

Leopoldo Beristáin. Foto: http://www.bicentenario.gob.mx/

Respetable Público, Rafael Bermúdez Zataraín (4 de julio de 1920):

Comedia cinematográfica nacional interpretada por Beristáin

Las comedias han venido a llenar un vacío en los programas cinematográficos; hace poco todavía los espectadores torcían el gesto a todos los films de risa, de fina comedia y más aún de los grotescos; iban a los cines decididos a indigestarse en el melodrama o simplemente en los aspavientos dramáticos de» alguna trágica de pega. Ahora nos parecerá increíble, pero bien presente lo tenemos, hubo temporadas que en los cines de más pisto, se proyectaban hasta cuatro dramones en cada función, a cual más terroríficos, espeluznantes y descabellados.

Quizá alguien pensará que aquello era demasiado drama; pero no faltaría alguna réplica de este estilo.

– ¡Oh! Sería imperdonable que después de una obra de arte tan maravillosa como cualquiera de las que vimos, fueran a salir con una fantochada insoportable.

Pero la evolución ha venido y ahora la comedia está en lo más alto de su gran imperio. Entre un tanto por ciento de los asiduos concurrentes a las salas de proyección, son más populares Mabel Normand, Madge Kennedy, Susana Grandais, Luisa Fazenda, Marie Prevost, Gaby Dellys, Mary Pickford, Arbuckle, Max Linder, Al St. John, Charles Chaplin y Harold Lloyd, que los más renombrados trágicos de la pantalla y de la escena hablada.

Y por tanto Viaje redondo ha llegado a excelente tiempo llenando el enorme hueco que había en la cinematografía nacional.

Viaje redondo hace reír constantemente o por lo menos, muy seguido y su triunfo es seguro e indudable: este Chon de Beristáin es tan característico como cualquier otro tipo de comedia, con la ventaja de ser muy original en el ambiente cinematográfico; con sus ingenuidades muy a menudo muy maliciosas, Chon hace divertir siempre y si su carácter muy nacional y simpático es bien explotado en otras películas similares, hará fortuna. En la presente ocasión, las aventuras Chon han sido reducidas, se han concretado a iniciarlo apenas en la terrible vida de esta ciudad de la basura, como dicen en la película en cuestión.

En lo que respecta a Beristáin es indudable que es un artista cinematográfico, le sobra naturalidad, y sólo es de lamentar que acuda demasiado al make up de las pelucas, pues está en grave riesgo de que en un close up de acción intensa se 1e descubra el artificio. En ese particular «la primera autoridad del pueblo le ganó visiblemente, pues su auténtica barba, apenas crecida, que le blanquea al intenso sol, le da gran naturalidad a su personaje

Lo más flojo de Viaje redondo es la adaptación cinematográfica, que restó brillantez al asunto de por sí muy gracioso y que se hubiera prestado en manos hábiles a ser doblemente cómico, pero la falta de hilación en muchas escenas y el corte rápido en muchas de ellas, destruyeron algo del efecto cómico, un ejemplo: el detalle trunco de la conversación telefónica. La dirección técnica casi siempre feliz, falló en momentos culminantes, tales como los referentes al movimiento de las calles en el correo: una vista en perspectiva desde lo alto del Teatro Nacional con el tráfico de vehículos y transeúntes, hubiera pintado más marcadamente las angustias del buen Chon.

Los interiores cinematográficos fueron demasiado restringidos y esto viene a demostrar que la galería de la Avenida del Salvador puede ser excelente para hacer fotografías pero no para escenarios cinematográficos.

Un detalle técnico malísimo es el de la conversación de Chon con los ladrones en el ferrocarril. Los close ups de ellos fueron tomados con el convoy en movimiento y los de Chon cuando el tren estaba parado.

Pero en total, poniendo en la balanza de la justicia lo bueno y lo malo de la film, Viaje redondo ha triunfado y por tanto marca la primera base en la etapa de las películas cómicas de la cinematografía mexicana.