Archivo de la categoría: Atavismo (1923)

Dos caricaturistas en pantalla

Vuelvo a agradecer a Miguel Ángel Morales su amabilidad para autorizar incluir en Cine silente mexicano parte de otro artículo suyo. Se publicó en la sección de espectáculos, página 20, del periódico El Nacional el 14 de mayo de 1992. Más información la obtuve de un ensayo suyo, incluido en el libro El cine mexicano a través de la crítica (UNAM, 2001); para mayor información sobre este pintor y escritor, así como ligas a sus blogs, visitar: http://miguelangelmoralex.blogspot.com/.

Dos caricaturistas en pantalla

Juan Arthenack y Ernesto García Cabral hicieron un paréntesis en su brillante carrera de caricaturistas para dedicarse a protagonizar cintas silentes. Arthenack participó en la “primera película cómica mexicana” titulada El rompecabezas de Juanillo (1919) y García Cabral en Atavismo (1923).

Artículo de Miguel Ángel Morales
Artículo de Miguel Ángel Morales

Juan Arthenack (1891-1940) estudió en la Academia de San Carlos y a los 16 años trabajó en El Imparcial. Fue creador de la tira Adelaido el conquistador, que se dio a conocer en El Universal Gráfico entre 1929 a 1940. Además de su habilidad para el dibujo, demostró facultades histriónicas al participar en El rompecabezas de Juanillo, filme mudo estrenado a fines de septiembre de 1919. Un semanario de Excélsior, Revista de revistas, comentaba en octubre sobre esta cinta, a la que calificaba de “primera película cómica del cine nacional”: por…

…las pantallas de los cinematógrafos metropolitanos han desfilado en divertida sucesión las escenas de la primera cinta que, con argumento cómico e interpretada por artistas mexicanos, ha salido de talleres nacionales.

Athernack en El rompecabezas de Juanillo (1919)
Athernack en El rompecabezas de Juanillo (1919) (foto tomada por Miguel Ángel Morales)

Nos referimos a la película El rompecabezas de Juanillo, editada por la Compañía Mexicana Manufacturera de Películas e interpretada por el conocido dibujante Juan Arthenack, quien esta vez, y no sin éxito, abandonó lápices y gráfico para ir a sufrir percances y golpizas ante el imposible objetivo que fijara para largo tiempo las divertidas peripecias del ‘bruja’ que al fin y al cabo, gracias a los consejos de bella cartomanciana, resuelve el problema de la vida.

El argumento de esta cinta es, como todos los del género, un pretexto para enhebrar situaciones comprometidas para el protagonista, situaciones de las que las más veces sale (que nos los digan si no, Chaplin, Linder o Deed) aporreado y maltrecho. Por ello el valor de una película cómica radica de modo muy especial en el mismo actor. Sin embargo, justo es decir que aún dentro de esa sustancialidad inherente a la clase, el argumento de El rompecabezas de Juanillo nos presenta algo original y bien hilado.

Nuestro compañero Arthenack, el auténtico Juanillo, nos ha sorprendido a todos por su vis cómico, su gesticulación expresiva y la espontaneidad de su acción. Con estudio, dedicación y un poco de temperamento, puede llegarse a ser un aceptable actor serio, pero hay cosas que no pueden improvisarse, y una de ellas es, entre muchos, la ‘sangre ligera’, y esa sangre que tan poco pesa, Juan Arthenack la tiene por arrobas. Y como ésta es una de las condiciones esenciales y determinantes del éxito de un actor cómico, huelga decir que la labor de Juanillo fue muy celebrada por quienes vieron la película.

Caricatura de Athernack
Caricatura de Athernack

¿Qué tiene algunos defectos aún? ¡Quién lo niega!, pero hay que tener en cuenta que es la primera cinta que filmó Arthenack, que es también la primera que en este género se produce entre nosotros, y que mucho significa para un actor que por primera vez aparece en la pantalla, hacer reír de buena gana a los ingenuos y desarrugar el ceño de los escépticos. Juan logró todo esto, debe estar satisfecho, con esa alegre y superficial satisfacción que cuadra a su obra y estamos ciertos que será difícil encontrar, por ahora por lo menos quien en el género de Chaplin y Gordito, pueda lograr un triunfo tan completo y tan espontáneo como el alcanzado por Arthenack en su film.

La parte fotografiada, muy bien lograda por lo que felicitamos al operador don Miguel Ruiz, bien conocido en nuestros círculos fílmicos.”

Presenta una positiva novedad en su factura: los diversos títulos de las escenas aparecen escritos en verso.

Ernesto García Cabral
Ernesto García Cabral

Ernesto García Cabral (1890-1968). Hijo predilecto de Huatusco, Veracruz. Colaboró muy joven en La Tarántula, El Alacrán, El Heraldo de México, Frivolidades y en Multicolor, donde se manifiesta antimaderista de hueso colorado. Teodoro A. Dehesa, gobernador veracruzano que becó a nada menos que al pintor Diego Rivera, también le obsequia un viaje y estancia al caricaturista. En París se reúne con Roberto Montenegro, Ángel Zárraga, Benjamín Coria, Fidias Elizondo y otros.

(…)

García Cabral se traslada a España y Buenos Aires, donde, para vivir, colabora en diversas publicaciones locales. En México, a partir de enero de 1918, comienza a entregar sus portadas para Revistas de revistas. En 1923, cuando su fama crece como espuma, participa en una cinta producida por Gustavo Sáenz de Sicilia. Su magra figura está que ni mandada realizar para el papel que tiene que protagonizar.

El 13 de enero de 1924, al calor del estreno de la cinta muda, se dice, entre otras cosas, que el caricaturista interpreta a un alcohólico y “no obstante ser la primera vez que actúa para la pantalla, se ha revelado un actorazo de primera fuerza y con todas las cualidades de los artistas de la pantalla.” En su nota de Revistas de revistas Blas Hernán, cronista de cine, posiblemente un seudónimo, también acota que su “actuación naturalísima, que encierra una verdad muy grande, sea desde su presentación, los ataques que invaden paulatinamente al dipsómano, hasta la muerte del mismo, siguen la característica exacta de estos individuos fatales y despreciados.”

Ernesto "Chango" García Cabral en un fotograma de Atavismo
Ernesto "Chango" García Cabral en un fotograma de Atavismo

El 27 de diciembre de 1925, en la misma publicación aparece una nota de Arturo Rigel en que también pondera las cualidades histriónicas de Ernesto García Cabral en Atavismo. El ocioso lector podrá consultarla en la página 17 de ese semanario, pues por esta ocasión se nos terminó el espacio.