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María Antonieta (24 de julio de 1904)

(Reverso del cartel del 24 de julio de 1904)

MARÍA ANTONIETA

Reyna de Francia

Escena Histórica Cinematográfica en nueve cuadros

LARGO DE LA BANDA, 200 METROS. DURACIÓN DE LA PROYECCIÓN, 20 MINUTOS

                María Antonieta: este nombre, que evoca una de las partes más perturbadas de la historia de Francia, deja en nosotros un sentimiento de conmiseración irresistible que hace de nuestra heroína una figura sumamente simpática. El narrar su vida no podía dejar de interesar al ilustrado público.

                Lo que añade un atractivo de sumo valor a esta escena es el desarrollarse en el mismo lugar donde los sucesos que describimos acontecieron. En efecto, asistimos a una fiesta dada en el pequeño Trianón por el joven rey Luis XVI y la reina María Antonieta, donde se mezclan los juegos favoritos de los cortesanos de la época: merienda sobre la yerba, representación al aire libre, gallina ciega, etc., que termina en una pequeña intriga amorosa bosquejada por la reina en el templo del amor, donde algunos señores y damas viene a sorprenderla.

                El 14 de Julio de 1789, el pueblo en delirio resuelve forzar la Bastilla, célebre prisión del estado, donde eran encerrados, desde tiempos muy remotos, prisioneros cuyo único crimen era el de desagradar al gobierno de los reyes.

                Los hombres llegan en animadísimos grupos, armados con palos, sables y fusiles, excitados por las mujeres que amenazan con el puño la sombría fortaleza. Después de un primer ataque rechazado por los suizos, la muchedumbre, más numerosa, se arroja contra la Bastilla, gritando frenéticamente y penetran en la fortaleza.

                Después de haberla incendiado, apoderándose del Gobernador el Marqués de Launay, que fue decapitado, mientras que algunos prisioneros antiguos son puestos en libertad y conducidos por sus libertadores.

                Este ataque atrevido que debía marcar un paso decisivo en la historia de la emancipación de los pueblos, no había necesitado más de algunas horas.

Reverso del cartes del 24 de julio de 1904
Reverso del cartel del 24 de julio de 1904

                Después de la jornada del 10 de Agosto de 1792, en la cual el pueblo, había invadido las Tullerías, la familia real fue encerrada en el Templo.

                El 3 de Septiembre de 1792, a la una de la tarde, cuando la comida se había terminado, la reina y su hermana, Madame Elizabeth, estaban ocupadas en trabajos de tapicería, mientras que el rey da una lección al delfín. De pronto un clamor espantoso resuena en la calle, el rey se levanta precipitadamente y corre a la ventana.

                En este momento, aparece tras la ventana, ensartada en la punta de un pica, la cabeza de la princesa de Lambelle, cuyos restos mutilados son arrastrados en las calles por el populacho.

                El rey no puede reprimir un movimiento de horror. Cléry, su ayuda de cámara intenta desviar la atención de la reina, pero ésta, que ha visto la cabeza de su amiga desgraciada, se desmaya en los brazos de Madame Elizabeth.

                Durante este tiempo, algunos comisarios de la Comuna y soldados, invaden el cuarto y como verdaderos salvajes, se arroja sobre el rey, y le hacen que se vuelva, señalando con risa de mofa a la reina desmayada y a su familia llorando.

                La reina María Antonieta es conducida en presencia del tribunal, acompañada por su defensor Mr. Chauveu Lagarde. A su entrada, el pueblo puesto en la tribuna la injuria, y tiende los puños hacia ella.

                Fouquet Tinville, el acusador público, lee el acta de acusación en el cual echa en cara a la reina sus locuras, sus gastos, su correspondencia con las naciones extranjeras coligadas contra Francia. Habert se levanta a su vez y acusa a María Antonieta de inmoralidad en sus costumbres, la ataca hasta en sus afecciones maternales, echándole en cara el haber depravado a su hijo.

                Al oír esta acusación monstruosa, protesta enérgicamente y cruzando los brazos sobre el pecho, los mira con desprecio y pregona la verdad ante el pueblo.

                Pero el tribunal que no quiere oír nada, pronuncia la sentencia de muerte, y la víctima es llevada en medio de los gritos y del tumulto del pueblo que palmea acérrimamente.

                El 16 de Octubre de 1793, en presencia de una muchedumbre inmensa, la reina María Antonieta fue decapitada en la plaza de la Revolución. Los grupos discuten con animación, de repente las miradas se vuelven hacia la carreta que se para junta a la fatal máquina. María Antonieta, acompañada de dos soldados y un carcelero ha bajado de la carreta. Asciende lentamente las gradas del cadalso, sostenida por el guardián de la prisión. La muchedumbre no deja de gritar, la desdichada tiene apenas consciencia del suplicio que va a sufrir. Ya en la plataforma quiere hablar, pero los sollozos no la dejan y su voz se ahoga en su garganta, el verdugo y su ayuda la garran brutalmente arrojándola debajo del fatal cuchillo que hace su obra.

                La cabeza mostrada al pueblo, es saludada con clamores frenéticos por esta horda embriagada con la sangre.

D. Quijote de la Mancha (28 de julio de 1904)

ARGUMENTO DE

D. QUIJOTE DE LA MANCHA

PRIMERA PARTE

Reverso del cartel del 28 de julio de 1904
Reverso del cartel del 28 de julio de 1904

CUADRO I: Don Quijote sale á defender á los opresores.

                Entusiasmado por la fiebre heroica que le infunde la lectura de sus libros de Caballería, Don Quijote descuelga su espada, su casco, su armadura y blandiendo su crusianela toma por padrinos las figuras de la tapicería que según él parecen moverse.

                El fracaso de sus desconcertados gastos, ha puesto en movimiento la casa, y el ama de llaves que lo acechaba se apresura á prevenir á sus amigos para tratar de clamar á nuestro héroe entusiasmado.

                Don Quijote llama á su fiel Sancho para acabar de equiparse; de este momento en que se encuentra, sólo se aprovecha para escaparse y compromete á su desgraciado servidor á fin de de que esta brusca decisión tenga el éxito que desea.

                La vieja ama entra apresurada seguida del cura, del barbero y de la nieta de Teresa Sancho, pero es ya tarde, pues el desorden de la pieza indica que nuestro hidalgo se ha escapado.

                Observando los libros que en desorden se encontraban, el barbero los retira de la biblioteca tan luego que sus compañeros los arrojan á la calle no sin que el cura se apodere de algunas obras que juzga propias para su uso.

CUADRO II: Aporreado, Apaleado y Colgado.

                Nuestros héroes en camino llegan por fin á una hostería. La entrada de nuestro héroe armado de cabo á rabo montado en su rocinante y seguido de su fiel Sancho, provocan las risas de todos los viajeros. El posadero que quiere divertirse á costa de nuestro hidalgo y queriendo también hacer pasar ratos agradables á su clientela, parece prestarse á todas las fantasías de Don Quijote, y así después de haberlo consagrado caballero, en ceremonial grotesco, deja á Don Quijote sólo en el patio donde arma pleitos con los arrieros que lo aporrean.

                Los sirvientes no queriendo quedar sin parte, se mezclan en la bronca. De lo alto de una ventana de la hostería le hacen miles de arrumacos. Don Quijote se apresura á corresponder á estas caravanas deseando estrechar su mano con las de aquellas damas, pero no encontrando manera más apropiada para acercarse á ellas, se trepa sobre la cabalgadura cuando inconsciente  su servidor Sancho, retira al rocinante dejando suspendido á su desgraciado amo que lanzaba furibundos gritos.

CUADRO III: El enemigo imaginario. Batalla contra los molinos de viento.

                Era el alba cuando Don Quijote y su escudero se alejaron de la hostería. La ruta que tomaron los conduce á un lugar donde se encuentran molinos de viento, que bajo la brisa agitan sus alas.

Nuestro Quijote persuadido, á pesar de los prudentes avisos de Sancho, que se encontraba en presencia de corpulentísimos gigantes les arremete, lanza en mano, queriendo despejar la tierra de esta raza malvada.

Arrancado, brutalmente de su montura por una de las aletas del molino, es lanzado el espacio, de donde cae hecho un martirio.

CUADRO IV: Los Galeotes agradecen á su libertador.

                Siguiendo su camino encuentran una docena de hombres á pie otorgados por una larga cadena de hierro y caminando con las manos atadas, escoltados por soldados armados.

A Don Quijote se le infunde la idea de socorrer á estos desgraciados, pues no pueden ver que estas gentes vayan así conducidos y contra su voluntad. Les pregunta el motivo, y descubre una iniquidad que á él pertenece desaparecer. Manda al comisario dejar libres estos prisioneros, y como se rehusara, Don Quijote se precipita contra el comisario, desata algunos galeotes quienes se ayudan entre sí.

Mas los galeotes habiendo rehusado el ir á prestar sus homenajes á Dulcinea en reconocimiento de su libertad reconquistada, Don Quijote se encoleriza y les dice que ellos merecen volver á cargar su cadena.

Poco surgidos los malvados, se arrojan sobre el hidalgo y después de haberlo aporreado y despojado de todo, lo abandonan en medio del camino. Con el alma traspasada al verse maltratado por aquellos á quienes había hecho un tan singular beneficio, comienza á dar lastimeros gritos.

CUADRO V: Donde Sancho pierde su asno.

                Sancho, dándose cuenta de la desgracia de su amo y teniendo por justas razones las persecuciones de la Santa Hermandad, decide el buen hombre obtener á tiempo las cuevas de la Sierra Morena estando próximo, y permanecer allí algunos días, en tanto que alcanzaran las provisiones que se habían escapado al despojo de los galeotes.

                Llegaron por fin de noche. Sancho está tan fatigado que se duerme sobre su asno. La fatalidad ha querido que los galeotes hubiesen pensado también ocultarse en estas montañas. Como los malvados son siempre ingratos, se proponen robar el asno de Sancho, preocupándose nada del Rosinante, pues les parece muy miserable. Al efecto, usan de un ardid que les permite robarse al animal sin que Sancho despertara de su profundo sueño.

                Don Quijote, por su parte, seducido por el aspecto del paisaje que los abriga y queriendo imitar á Amalio, uno de los héroes famosos de los libros que él había leído en alguna ocasión, decide hacer penitencia en honor de Dulcinea.

                Antes que Sancho hubiera impedido á Don Quijote, su amo, tira precipitadamente de sus calzones y apremiando á su servidor á que le ayudase á desvestir, queda con sólo la camisa y sin más, comienza á dar mil volteretas por lo que Sancho entiende que su amo no está con todos sus cinco sentidos.

CUADRO VI: La bohardilla de los encantos.

                Don Quijote después de su penitencia volvió á la posada. Mas como él pagaba más con extravagancias que con el mejor dinero, el posadero consintió en darle posada, como á caballero andante en una horrible bohardilla donde se encuentra abanafiladas jarras de rojo vino.

                Queriendo inquietar á la sirvienta, de que él toma por su Dulcinea, le revela su cariño y al fin con argumentos amorosos calman el ardor de nuestro enamorado caballero.

                Se retira difícilmente  á su lecho, y aún no acaba de acostarse, cuando arroja sordos gritos, pues él cree que los gigantes se apresuran hacia su turbado cerebro.

                El posadero, despertado por el ruido, corre hacia la bohardilla seguido de todos los huéspedes. Encuentra á Don Quijote en camisa, el casco encaramado, la cobertura de su cama enrollada sobre si brazo izquierdo, y con la mano derecha blandía una espada, con la cual esgrimía de estoque y de talle, como si realmente estuviese peleando contra enemigos gigantes. Tantos golpes de espada había  dado, que rompió todas las jarras de vino, que inundaba la bohardilla.

                Cuando el posadero se dio cuenta de lo que pasaba, se lanza furioso contra Don Quijote y le ha dado tantas puñaladas, que si el barbero y el curo no lo hubiesen quitado de las manos, seguro era que nuestro héroe hubiera muerto en el acto.

CUADRO VII: Las nupcias de Camacho.

                En una de tantas ocasiones, cuando nuestros dos héroes recorrían la selva en busca de una nueva aventura, llegaron á un sitio donde se preparaba un gran festín para celebrar las nupcias de Camacho, rico propietario de aquel lugar.

                Sancho, atraído por el olor de las provisiones y por la vista de las piezas de carne, liebres y pollos colgados de las ramas, no pudo calmar el deseo de sus ojos y de sus narices. Y sin pérdida de tiempo se dirige hacia las cocinas, solicita gustoso todo lo que ve y se le concede. Tan luego como ha llenado sus bolsas de toda clase de provisiones gracias á la bondad de las cocineras, se presenta Don Quijote saludando muy cortésmente á los esposos, quienes al ver su arrogante figura de hidalgo, le invitan á tomar parte en estos regocijos.

                Después que él tomó lugar en medio de los invitados, los grupos de aldeanas, con vestidos propios para la fiesta, se entregan al placer del baile.

                Gran pantomima.

                Sancho, que no goza en esta fiesta, se encuentra algo molesto, de tal modo, que la reunión para divertirse y castigar al intruso, se divierte haciéndolo brincar.

SEGUNDA PARTE

CUADRO VIII: La comedia exaspera á D. Quijote.

                De regreso á la posada, Don Quijote encuentra al posadero en mil apuros, y preguntando qué hay de extraordinario, contesta el posadero que el célebre Pedro el titiritero, de paso por la comarca, ha tenido á bien posar en su casa para dar en espectáculo la historia de Melisandro, descrita por el caballero Gaiferos.

                El teatro esta construido de modo que todo el mundo pueda ver. Don Quijote, que seguía con interés las dirigentes peripecias de la historia, se levanta instantáneamente, gritando con espantosa voz: “Yo no permitiré jamás que en mi presencia se haga burla de tan famoso caballero.” En diciendo esto desenvaina su espada, de un salto se precipita sobre el teatro, con tanta furia, que reduce todo á piezas.

                Los asistentes creen tener que habérselas con un loco. En estos momentos llegan á la hostería sus amigos prevenidos de  sus precedentes extravagantes, para conducirlo á su casa, buscan un cajón y después de haberlo encerrado, lo pasean fuera de la hostería, persuadiéndolo de que su mal genio es quién lo exige y lo reclama.

CUADRO IX: En las aguas del Ebro.

                Llegando á su casa Don Quijote, logra una vez más escaparse de la vigilancia de sus amigos, y vuelve á partir seguido siempre de Sancho. Después de haber andado dos días llegan al Ebro.

                La hermosura de sus riberas, la pureza de sus aguas y la tranquilidad de su curso, despierta en Don Quijote la idea de una nueva embarcación.

                Habiendo apercibido un pequeño barco atado á un tronco de árbol, nuestro hidalgo se imagina que la Providencia ha colocado este barquillo para que él vaya á socorrer á algún otro caballero que su encuentra en peligro.

                Después de haber atado á Rocinante y á Rucio, abandonados á la gracia de Dios, saltan al barquillo que se aleja poco á poco de la ribera.

                Descubren un gran molino construido á la mitad del río; y persuadido de que este es el Castillo fuerte donde debe estar encerrado el desgraciado que demanda socorro, D. Quijote ataca vigorosamente á pesar de los lamentos de su escudero.

                Esta locura no tuvo otra consecuencia que la de hacer zozobrar la barca y nuestros héroes tuvieron que patalear.

                Allí hubieran perecido si los molineros no hubieran sacádoles del peligro.

CUADRO X: El encanto de Dulcinea.

                El duque y la duquesa, cuyos nombres se ignoran, habiendo sabido las locuras del hidalgo, resolvieron reírse á sus costas.

                Con este motivo organizaron una caza á la que fueron invitados Don Quijote y su escudero. Al llegar al lugar de la cita, Don Quijote, que no tiene la costumbre de apearse solo, quiere violentamente hacer presentes sus respetos á la duquesa, pero al querer descender es retenido por un estribo y cae sin que Sancho hubiera tenido tiempo de socorrer á su amo.

                El duque y la duquesa trataban de demostrar á su huésped el encantamiento de Dulcinea. Al ruido infernal de trompetas, de tambores y cañones, se ve inmediatamente desembocar de una roca un carro coronado por un elevado trono, y que lleva arriba un anciano venerable.

                Atrás de este aparece conducido por demonios en ridículas figuras un palanquín sobre el cual está sentada una ninfa cubierta de gasa transparente que permite dejarse ver un rostro encantador de una doncella, rodeada de otras ninfas, sus hermanas, que agitan los velos en graciosas figuras. El ruido ha cesado para dar lugar á una música dulce que encanta á Sancho y al caballero deja boquiabierto.

                Satisfechos de haber logrado su objeto, el duque y la duquesa volvieron al castillo deseosos de obtener otras chuscadas de las cuales el caballero y su escudero fueran objeto.

CUADRO XI: Ensayos de caballería.

                Al día siguiente el duque y la duquesa prepararon una aventura aun más divertida que la anterior. Después del almuerzo, cuando todos los asistentes estaban reunidos en los jardines. Las damas de honor hacen sentar á Don Quijote y le embadurnan la cara de jabón, so pretexto, según el uso, de hacerle la barba, al mismo tiempo que los marmitones frotan el rostro de Sancho con hollín, sufriendo la misma formalidad que su amo.

                Una dama de las presentes hace una proposición á Don Quijote el cual la acepta, se le persuade también á montar sobre el famoso caballo de madera que sirvió á Pedro de Provenza para robarse á Magdalena. Este caballo vuela á través de los aires con una gran rapidez, á condición de que sea montado por dos personas: un caballero y su escudero. Sancho rehúsa, pero el duque queriendo llevar el asunto á lo serio; acaba por convencerlo, prometiéndole el gobierno de una isla muy  importante.

                Luego que nuestros grandes héroes, con los ojos vendados, estuvieron sobre el caballo, vino un sirviente y con un fuelle hacía el viento bajo las narices de D. Quijote y Sancho, en tanto que otros pasaban estufas alrededor de sus rostros, para hacer la ilusión de que atravesaban por capas atmosféricas con alternativas de frío y calor. En fin, para dar un digno desenlace á esta aventura tan bien llevada, se prende fuego al caballo que estaba cargando de artificios. Salta en el aire con un ruido espantoso y arroja sobre la yerba á D. Quijote y Sancho que ya agonizaban.

CUADRO XII: Sancho Gobernador de la Isla Barataria.

                Para dar pávulo á los chistes de que habían gozado el duque y la duquesa, esa misma tarde enviaron á Sancho, acompañado de un gran cortejo; á una villa que para él debía ser la Isla Barataria. Y para mejor hacer creer á Sancho de esta ilusión, se le condujo sobre una góndola ricamente adornada. Cuando llegó á su reinado, el cuerpo municipal salió á recibirlo. Repican las campanas, y en medio de la alegría general se le instala como el perpetuo gobernador de la Isla Barataria. Se le sirve en seguida una opípara comida. Sancho preside la mesa. A su lado se acerca un personaje el cual reconoce como médico, teniendo en su mano una varita.

                A medida que el sirviente de mesa trae consigo los platos, el médico los toca con la varita y un paje los levanta antes que Sancho se moleste.

                El médico con extraño rostro declara que el encargado de vigilar la salud del gobernador, no ha de permitirle jamás comer de aquello que pudiera serle dañoso. Sancho se encoleriza y se aprestaba á contrarrestar á este personaje, cuando una llamada de trompetas anuncia la llegada de un correo.

                “¡A las armas! ¡A las armas! Señor Gobernador, una multitud de enemigos ha penetrado en la isla y somos perdidos si vuestro valor no nos presta socorro.” Inmediatamente se traen dos grandes escudos que se colocan uno adelante y otro atrás atándoselos con cuerdas fuertes. Se suplica pasar y marchar por delante para animar y obligar á sus soldados. El pobre Gobernador trata de marchar pero se lo impiden los escudos y no acierta más que á caer.

                Los unos empujando y otros cayendo sobre él, hasta que se encuentra uno compasivo que lo monta sobre su espalda, y así gobierna nuestro Gobernador desde esa altura.

CUADRO XIII: El Torneo.

                El duque y la duquesa decidieron organizar un torneo donde el caballero Quijote sería aún víctima de sus mortificaciones, ayudados en esto de un amigo del hidalgo, el Lic. Carrasco, quien bajo el nombre del caballero de la Blanca Luna vendría á provocar á Don Quijote á fin de auxiliarlo en todo por sus aventuras bruscas. El éxito de este torneo tiene por objeto la reivindicación del título de caballero defensor del oprimido que pertenecería solamente al vencedor.

                Después del ceremonial de costumbre, los dos adversarios aparecen, pero sin que alguna trompeta no haya dado alguna señal de ataque, el adversario de Don Quijote arremete y con tanta violencia lo hiere que lo hace rodar por tierra.

CUADRO XIV: La muerte del héroe.

                Sancho avergonzado levanta á su amo.

                El desgraciado caballero decepcionado, bajo el golpe de la impresión penosa y reciente que le ha dejado su derrota del torneo, ha abandonado toda veleidad caballeresca. En vano ha sido que sus amigos le prenden su espada ó sus libros. Don Quijote los rehúsa, dulcemente él reconoce su necedad y peligro á donde lo ha arrojado la lectura de sus libros, en otro tiempo favoritos. El acepta hoy solamente los buenos oficios del cura que le coloca un crucifijo sobre el pecho y que el hidalgo agraza con efusión.

                Después de haber pedido perdón á Sancho por haberlo comprometido en la serie de locuras, él muere en el momento precioso en que él había recobrado enteramente la razón.

Las aventuras de Robinson Cruzoe (21 de julio de 1904)

 

(Reverso del cartel del 21 de julio de 1904)

ARGUMENTO DE LAS AVENTURAS DE ROBINSON CRUZOE

Reverso del cartel del 21 de julio de 1904
Reverso del cartel del 21 de julio de 1904

PRIMER CUADRO: ROBINSON ES ARROJADO A UN ISLA DESIERTA.

El navío en el que se embarcó Robinson, acaba de naufragar. A lo lejos vemos que el mar tempestuoso sacude los restos del buque. Robinson llega nadando y luchando con desesperación contra las olas que furiosas se rompen en las rocas de la isla. Sus fuerzas le abandonan, pero en un supremo esfuerzo logra asirse de las rocas, pone pie en tierra y cae inanimado de frío y cansancio.

SEGUNDO CUADRO: LA BALSA.

A la vista de las costas de isla, se percibe á lo largo el buque desmantelado; Robinson construye una balsa en la que salva todo lo que puede de provisiones que contiene el buque. Se lanza con la balsa para penetrar en la isla con su cargamento  por la embocadura de un río.

TERCER CUADRO: LA EMBOCADURA DEL RÍO.

                Robinson luchando con la corriente del río que amenaza arrastrarlo, logra vencerla y arribar á la isla con su balsa cargada de cajas, barriles, armas, cordajes, velas, mástiles, utensilios, etc., etc., que ha salvado del buque.

CUARTO CUADRO: LOS DESHECHOS.

                El buque ha sido arrojado sobre la costa. Allá está encallado y rajado. Robinson después de haberse hecho cargo de que la isla donde lo ha arrojado su mala suerte está inhabitada, se dedica á una tarea penosa para sacar del buque todo lo que puede serle útil en su gran satisfacción, descubre en la cola del buque un perro y un gato, únicos seres que han sobrevivido después del naufragio. En su infortunio se alegra de encontrar estos animales que serán sus compañeros de infortunio y de destierro.

QUINTO CUADRO: ESPERANZA DEFRAUDADA.

                Veinte días después de su naufragio, Robinson por medio de una escalera que ha construido con ramas groseramente talladas, sube sobre lo más alto de las crestas de la isla y descubre gustoso un buque navegando á lo largo. Hace señas que desgraciadamente no son notadas por la tripulación y el navío sigue su derrotero con gran descontento de Robinson.

SEXTO CUADRO: LA HOGUERA.

                Robinson esperando aún ser notado por la tripulación del buque, enciende sobre la cima de la isla en que se encuentra una gran hoguera de leña, pero tiene la desgracia de verlo alejarse cada vez más y más hasta el grado de desaparecer en el horizonte.

SÉPTIMO CUADRO: CONSTRUCCIÓN DE LA CHOZA DE ROBINSON.

                Viendo que en lo sucesivo no podrá contar sino consigo mismo, Robinson después de haber cortado árboles con los utensilios de carpintería que ha salvado del buque, construye su morada formad de empalizada semicircular apoyado en las rocas y cubierta de un techo de ramas y vigas. No ha hecho puerta de entrad por miedo de ser molestado por las fieras, se ha reservado penetrar á su habitación por las ventanas que ha hecho al efecto, haciendo uso de su escalera.

OCTAVO CUADRO: LOS ANTROPÓFAGOS.

                Los salvajes acaban de desembarcar en la isla de Robinson y de devorar á uno de los prisioneros que traen. Alrededor de los restos del festín se dedican á embriagarse.

NOVENO CUADRO: LAS ROCAS MONUMENTALES. LA DANZA DE GUERRA.

                Al pie de gigantescas rocas los salvajes encienden una gran hoguera alrededor de la cual se dedican á la danza de la guerra con que acompañan sus victorias. El jefe les arenga y enseñándoles á otro prisionero, atado, les ordena que le maten. En el momento en que uno de los salvajes se apresta á romperle la crisma de un hachazo, Robinson, surgiendo de entre las rocas, bruscamente le abate de un balazo.

DÉCIMO CUADRO: SALVACIÓN DE VIERNES.

                Los salvajes azorados al ruido de la detonación y á la extraña figura de Robinson, huyen despavoridos. Robinson salva al preso, al que dará en lo sucesivo el nombre de Viernes en conmemoración del día en que se salvo. Aconseja á este último á que le siga, prometiéndole que le dará buen trato. Viernes se dedica á suertes cómicas y sigue á su nuevo amo. Ambos ganan la cima de las rocas.

DÉCIMO PRIMER CUADRO: LA FUGA DE ROBINSON. DESMORONAMIENTO DE ROCAS.

                Entre tanto que suben á la cima Robinson y Viernes, los salvajes vuelven á acometerlos, pero Robinson y Viernes se defienden con valor y á culatazos de escopeta y con hachas, se libran de sus agresores que caen con la cabeza fracturada desde lo alto de las rocas. Los veinte salvajes restantes, y supervivientes se lanzan al asalto; pero Robinson y Viernes hacen caer sobre ellos, un enorme peñasco que baja en una nube de polvo y detiene por un momento a los asaltantes.

DÉCIMO SEGUNDO CUADRO: LA PERSECUCIÓN.

                Robinson y Viernes llegan por fin arriba. El primero indica al segundo el camino que tiene que seguir para llegar á su habitación y viendo á los salvajes llegar casi á la altura donde él se encuentra, se pone en emboscada y mata á varios de ellos á medida que hacen su aparición. El arrojo de los salvajes se encuentra detenido por este medio y Robinson aprovecha esta circunstancia para correr hacia su choza.

DÉCIMO TERCER CUADRO: EL ATAQUE A LA CHOZA DE ROBINSON.

                Más ágil que Robinson, Viernes llega el primero a la choza y de un salto se sube sobre el techo. Robinson llega después perseguido por sus adversarios. Se traba un combate terrible. Un salvaje, luego un segundo, son matados a balazos, otro tasajeado a machetazos, un cuarto a hachazos, y por fin, el quinto es echado a tierra por Robinson y es muerto por Viernes, que se ha dejado ir sobre él desde lo alto del techo. Robinson y Viernes suben a la choza y levantan la escalera; los otros salvajes gruñendo y lanzando gritos de muerte, llegan, pero debido al arsenal de fusiles preparados de antemano por Robinson detrás de la empalizada para prevenir cualquier ataque imprevisto, los desgraciados son fusilados uno a uno a quemarropa hasta el último.

DÉCIMO CUARTO CUADRO: ROBINSON Y VIERNES.

                Robinson instruye a Viernes en su choza, rodeado de sus animales favoritos, de su gato, de su perro, de su cotorra, de su obra y de todos sus accesorios bien conocidos. Un incidente cómico se verifica. Viernes, queriendo acomodar algunos costales de harina que ha molido en un mortero primitivo con el trigo recogido por él, procesado al arreglo de ellos con tanta torpeza que se le caen encima, blanqueándolo por completo y quedando como el Pierrot de la fuerza italiana.

DÉCIMO QUINTO CUADRO: CONSTRUCCIÓN DE UNA LANCHA.

                Robinson ayudado por Viernes construye una lancha valiéndose de un gigantesco arbusto que han cortado, pues tiene la esperanza de hacer uso de ella, para salir de la isla y dar con un continente habitado.

DÉCIMO SEXTO CUADRO: TEMBLOR, TEMPESTAD, CICLÓN, DESTRUCCIÓN DE LA CHOZA DE ROBINSON.

                Robinson y Viernes de vuelta de paseo están a punto de llegar a su choza cuando repentinamente estalla el huracán, las palmas se tuercen, el techo de la habitación es levantado y arrancado por el huracán. Robinson se agarra de su parasol que el furioso temporal amenaza arrancarle de las manos. El ciclón se vuelve más violento y el parasol hecho trizas se le va de las manos bajo el impulso del huracán y es levantado por los aires. El suelo se agita, la choza se estremece de una manera peligrosa bajo la presión del viento que en su vertiginosa carrera arranca todo lo que a su paso encuentra; desgraciadamente las rocas en las que esta apoyada la choza se derrumban con gran estrépito destruyendo y sepultando bajo sus grandes moles la choza de nuestro infortunado aventurero. Incontinente la furiosa tempestad se desencadena y los relámpagos rompen la atmósfera iluminando a su paso las rocas y el grandioso paisaje.

DÉCIMO SÉPTIMO CUADRO: EN EL BOSQUE. LA CAZA.

                Robinson y Viernes en la selva se dedican a la caza, Robinson hiere un águila. Viernes se precipita para apoderarse de la presa, pero el ave que solo está ligeramente herida, emprende su rápido vuelo llevándose consigo al desgraciado negro que es arrojado a tierra desde una colosal altura. El golpe ha sido de consecuencias y nuestro hombre en la expresión de su dolor y de su lastimero estado, hace contorciones propias de él, pero que resultan de un efecto excesivamente cómico.

DÉCIMO OCTAVO CUADRO: PASEO A LA VELA ALREDEDOR DE LA ISLA.

                Para probar la velocidad y condiciones de la lancha, Robinson y Viernes dan una vuelta alrededor de la isla por el mar. (Este cuadro es de gran visualidad para el espectador, pues domina el hermoso paisaje del mar.)

DÉCIMO NOVENO CUADRO: LA TRIPULACIÓN INGLESA SUBLEVADA.

                Veinticinco años después de su llegada a la desierta isla, Robinson ve con gran regocijo que un buque inglés se vista a sus playas y cuya tripulación se sublevó a bordo por un complot fraguado contra el capitán y los oficiales. Los insubordinados han hecho prisioneros a sus jefes y tratando de abandonarlos en la desierta isla, saltan a tierra, conduciendo entre manifestaciones injuriosas a los prisioneros, que para mayor seguridad están maniatados.

VIGÉSIMO CUADRO: ROBINSON Y VIERNES SALVAN AL CAPITÁN.

                Robinson y Viernes hacen su aparición en la escena; enterado Robinson de los acontecimientos que se desarrollan en su presencia, ayudado por su fiel Viernes, sale a la defensa de los prisioneros desatándoles sus ligaduras y ayudados por el capitán y los oficiales atacan a los rebeldes consiguiendo reducirlos a la impotencia. El capitán altamente agradecido por la noble acción de Robinson, le anuncia que en recompensa será conducido él y su compañero, a su tierra natal. Robinson emocionado al ver realizarse sus esperanzas, acepta tal ofrecimiento. Robinson, Viernes, el capitán y los oficiales se dirigen a bordo dejando abandonados en aquella desierta isla a los amotinados.

VIGÉSIMO PRIMER CUADRO: LOS MUELLES DE SOUTHAMPTON.

                El navío en el cual están Robinson y Viernes, entra en el puerto de Southampton, aclamados por la multitud apiñada en los muelles en medio de las salvas de artillería que en su honor desparan los cañones de los fuertes.

VIGÉSIMO SEGUNDO CUADRO: ROBINSON ES LLEVADO EN TRIUNFO.

                La nueva de la llegada de Robinson y de su extraordinaria historia ha causado en Londres un entusiasmo general. Robinson atraviesa la Capital pasando frente al templo de San Pablo, precedido de un magnífico cortejo compuesto de música militar, soldados, loores, marqueses y masas populares. Es llevado en hombros de soldados escoceses en traje nacional; le sigue su fiel Viernes que se ha vuelto un cumplido caballero y que viste a la moda. A su paso estallan manifestaciones rumbosas de entusiasmo y alegría.

VIGÉSIMO TERCER CUADRO: ¡HOGAR, DULCE HOGAR!

                Robinson por fin ha llegado a su hogar. Merced a los regalos de cuantía con lo que fue agasajado por la nobleza a su regreso, está ahora en la opulencia; encuentra a su esposa ya anciana, así como también él envejeció durante su larga ausencia acompañada de fatigas y privaciones.

VIGÉSIMO CUARTO CUADRO: AUMENTO DE FAMILIA.

                Sus hijos son un honrado mocetón y una hermosa joven; se han casado y presentan el fruto de su enlace al abuelo. Durante los inevitables alborozos de la familia, al fondo del cuadro se ilumina gradualmente y deja ver al honrado Viernes que bendice a su familia adoptiva.

VIGÉSIMO QUINTO CUADRO: APOTEÓSIS.

El cuadro que acabamos de presentar, se disipa en humo y deja ver a Robinson y a Viernes sobre una peña triunfando de los salvajes que yacen en tierra. En el fondo la aurora boreal. A la derecha e izquierda luces de bengala.

Ali-Babá y los 40 ladrones (19 de julio de 1904)

 
GRAN BIOGRAFO ESTEREOPTICON LUMIÈRE-PATHE

LIGERA RESEÑA de la hermosa vista de gran duración, iluminada por los mejores artistas franceses:

ALI-BABA Y LOS 40 LADRONES

Entresacado de “Las mil y una noche”

En un pueblecillo cerca de Persia residía en compañía de su esposa un pobre hombre llamado Alí—Babá.

Para afrontar las necesidades de la vida, no contaba con otros recursos que los escasos productos de la venta de la leña que cortaba en el bosque vecino y que conducía á la ciudad, con ayuda de un borrico, su única posesión.

Mas un día Alí—Babá se hallaba en el bosque y oyó ruido de pasos que le revelaron la llegada de gente numerosa. Persuadido de que provenía de una partida de ladrones, trató inmediatamente de poner á salvo su persona. Luego de haber escondido á su borriquillo entre las malezas, se subió á un árbol que crecía al pie de una roca completamente aislada y se acomodó entre las ramas de forma á poder observar sin ser visto.

La partida llegó y precisamente hizo alto al pie del árbol que servía de escondite á Alí—Babá. El capitán que estaba á caballo, se apeó y Alí—Babá le oyó pronunciar estas palabras: “Sésamo ábrete.”

Inmediatamente la roca se abrió. Hizo pasar primero á su gente que venía cargada de fardos y objetos pesados. [Alí—Babá contó hasta cuarenta ladrones] después llegó su favorita sobre un magnífico palanquín llevado por esclavos. Luego que la hizo descender, todos penetraron en la roca que volvió a cerrarse.

La sorpresa de Alí—Babá no reconoció límites; al punto descendió de su observatorio, pero el temor de ser visto le hizo volver á subir y esperar á que los ladrones abandonasen su guarida.

Después que estos hubieron descargado su botín, salieron y convencido Alí—Babá de que ya se habían ausentado abandonó su escondite.

Como había retenido las palabras que el capitán pronunció, la curiosidad le indujo á probar si tenía el mismo talismán pronunciadas por él. En efecto, no bien hubo terminado de decir “¡Sésamo, ábrete!” que la roca se abrió.

La enorme cantidad de riquezas acumuladas, le dejó asombrado, atónito; fardos de ricas telas de seda y brocatel, tapices de gran valor, y sobre todo el oro y la plata á montones.

Convencido de que no debía de perder tiempo, pues de lo contrario se exponía á ser descubierto, cargó á su borrico de tantos sacos de oro como pudo llevar y tomó el camino del pueblo.

Llegó á su casa y vació los sacos sobre la mesa haciendo un gran montón ante su mujer, estupefacta; tanto oro había que se vieron precisados á medirlo con un celemín.

Cassim, el hermano de Alí—Babá, que precisamente se encontraba allí, se puso al corriente del suceso y tan pronto supo el modo de penetrar en la roca, partió á ella; penetrado que hubo en el interior no podía creer lo que sus ojos veían; no se había imaginado tantas riquezas á pesar de lo que Alí—Babá le había contado.

Cuando más embelesado se hallaba admirando todo, oyó ruido, la puerta se abrió: eran los ladrones que regresaban: solo tuvo tiempo para esconderse tras unos fardos que próximos á él se hallaban.

Todos los ladrones penetraron con gran algazara acompañados de sus favoritas.

El capitán celebraba una fiesta y cuando las mujeres ejecutaban danzas y los hombres se libraban á las delicias del vino, descubrieron a Cassim y lo condujeron al capitán. Este le obligó á que le indicase quien le había descubierto el secreto de la roca y Cassim denunció á su hermano Alí—Babá creyendo salvarse así de la muerte. El capitán y toda la cuadrilla juraron vengarse; mas, por prudencia y por deshacerse de un testigo enojos, el capitán desenvainó su espada y de un solo tajo degolló á Cassim.

Alí—Babá gozaba tranquilamente de su fortuna, tranquilamente adquirida, sin imaginarse la traición de su hermano.

Los ladrones no perdían tiempo y no pensaban más que en llevar á cabo su venganza deshaciéndose de Alí—Babá como lo habían hecho de su hermano Cassim.

Para ello el capitán hizo meter sus hombres en pellejos que servían para el transporte de aceite. Después de haberlos hecho cargar sobre unos mulos, por la tarde se dirigió á la casa de Alí—Babá con el fin proponerle la venta de su falsa mercancía.

Como llegó á hora algo avanzada, Alí—Babá prefirió no tratar el asunto hasta el día siguiente, consistiendo sin embargo en que el falso mercader colocara los pellejos en el patio y ofreciéndole amplia hospitalidad.

Todo marchaba según el deseo de los ladrones, y Alí—Babá hubiera perecido si la casualidad no hubiese hecho que la criada, llamada Morgiana, tuviese necesidad de aceite para hacer la cena.

Salió al patio y se dirigió hacia el primer pellejo con objeto de sacar de él el aceite necesario, más no fue poca su sorpresa al notar que los pellejos hablaban. Repuesta que fue en un instante se dio cuenta del inminente peligro en que se hallaba Alí—Babá y su familia y de la necesidad de evitarlo á todo trance. Para el lo hizo hervir un gran caldero con aceite y lo vació parcialmente en cada pellejo, consiguiendo por esto medio matar á los ladrones.

Mientras esto sucedía, Alí—Babá hacía servir á su convidado una excelente cena amenizada con baile y otras diversiones.

Morgiana queriendo llevar hasta el fin su obra, con tan buena fortuna empezad, se mezcló en el grupo de bailarinas y tan pronto el baile fue terminado, quitó á una esclava su pandereta y disimulando, en la mano derecha, un puñal, se dirigió á los espectadores fingiendo solicitar su libertad.

Así que se halló frente al falso mercader y mientras éste se disponía á sacar de su bolsillo una bolsa con dinero para regalársela con un valor digno de su firmeza y resolución, le clavo el puñal en el corazón.

Llenos de espanto Alí—Babá y su mujer, se precipitaron sobre Morgiana exclamando: ¡desgraciada! ¿Qué has hecho? Pero esta no tuvo necesidad de grandes esfuerzos para convencerlos del peligro que les amenazaba.

Dichosos al verse salvados y encontrándose los solos dueños del secreto de la gruta, dieron gracias á Morgiana y queriendo recompensarla y probarle hasta qué punto le estaban reconocidos le dieron la libertad.

Esta escena termina con un espléndido APOTEOSIS.

Reseña de Ali-Baba y los 40 ladrones del 19 de julio de 1904
Reseña de Ali-Baba y los 40 ladrones del 19 de julio de 1904

 (Reverso del cartel del 19 de julio de 1904)

La vida de un jugador (10 de julio de 1904)

Reverso del cartel del 10 de julio de 1904
Reverso del cartel del 10 de julio de 1904

(Reverso del cartel del 10 de julio de 1904)

 

RESEÑA DEL DRAMA HISTÓRICO

LA VIDA DE UN JUGADOR

¡Dividido en ocho cuadros, a gran espectáculo!

Dura la proyección 15 minutos 10 de julio de 1904

Después del alcoholismo, el juego es sin duda alguna el vicio más horripilante que agobia la sociedad, puesto que tiende á ocasionar las ruinas de las familias y la destrucción del hogar.

                El asunto que se desarrolla en esta sorprendente vista es histórico y se efectuó en Inglaterra en el año antepasado. El protagonista apellidado Debut’s fue un honrado empleado descendiente de una noble familia Parisiense, pero sus malas amistades lo condujeron al vergonzoso vicio del juego, y al desastroso fin que se manifiesta.

CUADRO PRIMERO:

                Era el último día del mes de Noviembre de 1902 cuando acababa de recibir el joven Debut’s el haber de su sueldo de la casa bancaria en que trabajaba. Retirábase tranquilo y feliz á su morada, ilusionado de encontrar en ella á su honrada esposa, que, como de costumbre lo aguardaba con los brazos abiertos. Una tierna niña, fruto de aquel matrimonio modelo, constituía el bienestar y la dicha de sus padres, que la amaban con vehemencia. Pero por desgracia el desventurado joven parisién, tropieza con falaces amigos que lo inducen á penetrar á un café cantante, frecuentado por la héz de la sociedad.

                Allí se bebe y se juega, es aquel un centro de fulleros que olvidándose de los deberes sociales, van á apostar á una carta su misma vida, si es posible, por el sólo ahinco de jugar. Nuestro héroe ya se vé confundido entre aquellos, y pronto la suerte le es propicia; juega, y gana.

CUADRO SEGUNDO:

                Alucinado de este primer éxito, lo vemos á los dos días reunirse nuevamente con sus compañeros de cantina que lo adulan y le hacen creer que el juego lo hará rico, que no tendrá necesidad alguna de dedicarse al trabajo, que en una media hora de dicha será bastante para labrar la felicidad de su familia. El pobre hombre, fascinado, se cree de tan mentidas palabras y cae de nuevo en el garlito.

CUADRO TERCERO: La sala del juego. El usurero

                Héle allí, frente al tapete verde, rodeado de una turba de haraganes que van á poner al azar todos los bienes de fortuna, la honra de sus esposas y el porvenir de sus hijos!……….Pero nuestro héroe ya no se encuentra en aquel café cantante en que lo vimos al principio; ahora se halla en un elegante salón de juego en donde las apuestas son de alguna cuantía. Entre aquella reunión de malvados no debía faltar un usurero, una de esas aves de rapiña, aborto de Satanás, que emponzoñan cuanto tocan, y que sólo sirven de vehículo para ocasionar la ruina de la humanidad entera. Allí estaba; repetimos, pero no para jugar, sus proyectos eran otros, nada menos, que los de dar el tiro de gracia al jugador desafortunado. ¿Y de qué modo? Prestando dinero con un rédito excesivo y con plazo perentorio para el pago, pero esto se supone, siempre que hubiera garantías. Al joven Debut’s podía facilitársele dinero porque era empleado principal de un banco, gozaba de crecido sueldo, y por consiguiente para él, la caja del agiotista estaba abierta. Perdió aquél todo el dinero que dos horas antes hubiera ganado; perdió igualmente todos sus haberes de empleado, y por su desgracia, en aquel mismo garito tuvo que ocurrir al usurero. Este le facilita una fuerte suma mediante su firma, y la cantidad aquella, como las anteriores, fue igualmente á dar á pique. Entonces comprende Debut’s lo terrible de su situación porque el plazo para cubrir su adeudo es corto, puesto que vence al siguiente día.

                Frenético, medio loco, abandona el joven parisién aquella mansión diabólica y apostrofando á los jugadores, se lanzó hacia la calle sin saber el partido que debiera seguir.

                El resto de la noche fué para él de eterno insomnio: avergonzado de su conducta no se atreve á decir á su honrada esposa la causa de su aflicción.

                Su hijita dormía, sonriendo de vez en cuando, como sonríen los ángeles del cielo delante de su creador. ¡Pobre inocente! ¡Cuán lejos estaba de pensar la suerte que más tarde le estaba reservada!

CUADRO CUARTO: El asesinato

                La pasión del juego es la precursora de todos los vicios; adormece, embota de tal manera los sentidos, que precipita al hombre á su desgracia.

                Continuemos el hilo de nuestra historia, para llegar á su desenlace.

                A las primeras horas de la fecha en que vencía el pagaré, se presentó el joven Debut’s en el despacho del viejo usurero. Iba con el exclusivo objeto de pedir á éste un favor; el de que su pagaré fuese prorrogado. Pero la ocasión se interpuso y Debut’s ejecutó en la persona del usurero el más espantoso de los crímenes: ¡EL ASESINATO! Veamos de que manera vino á efectuarlo.

                Como antes hemos dicho, nunca pensó Debut’s arrebatar la existencia al anciano agiotista, mas en el corazón de aquél, comenzaba á germinar la pasión del juego, es decir, principiaba á perder los sentimientos, la educación y la moral. El hombre que pisa por sólo una vez cualquier garito, no retrocede, se alucina y va directo al precipicio. Por esto es que el empleado Debut’s entró aún con honra al despacho del usurero Eyraud, y al ausentarse momentos después, era el monstruo más abominable de la sociedad, puesto que llevaba las manos tintas en sangre humana. Había hollado el quinto precepto del Decálogo de dice, “No matarás.”

                La hora fatal para Eyraud había sonado: se encontraba ya frente á frente de su asesino.

                El agiotista se levanta de su escritorio para sacar de la caja el consabido documento, la abre y de súbito le viene á Debut’s la idea de matarlo…

                Inconscientemente toma de la misma mesa un cortapapel de acero y lo hunde, cuando Eyraud se encontraba de espaldas. Ya herido, vacila y trata de luchar pero un segundo golpe hunde el pequeño puñal en el pecho del viejo agiotista y acaba con su existencia…

                El asesino huye pero la Providencia que nunca deja impune los delitos, da luz á la justicia humana y es aprehendido el criminal.

CUADRO QUINTO: El arresto

                Le encontramos en el interior de su casa. El protagonista de este drama preocupado piensa en el crimen que ha cometido, trata de leer un diario para borrar las ideas sangrientas que ocupan su imaginación. Su vida se encuentra comprometida. ¿Qué va á hacer de su porvenir? Su esposa y su niña tratan en vano de conocer los motivos de su singular actitud.

                Llaman á la puerta, en este momento supremo nuestro protagonista se da una idea exacta de todas las consecuencias de su falta. Se presenta el comisario de Policía seguido de varios agentes para proceder á su arresto.

                Su esposa no puede creer que sea acusado de u crimen, y la niña suplica no se llevan á su papá.

                Finalmente Debut’s es llevado por los agentes, en tanto que su pobre esposa sucumbe á su dolor no teniendo más amparo que su inocente hija.

CUADRO SEXTO:

                El protagonista se encuentra en la sala de Jurados, su esposa y su niña pasan á ver el resultado de la defensa; uno de los abogados trata de alejarlas de este triste espectáculo. El acusado se levanta de su banco tendiendo sus brazos hacia su hija, como queriendo darle su último  adiós.

                La señora aproxima á su niña á pesar de las súplicas de su abogado.

                Los debates han terminado, el Tribunal después de la deliberación del Jurado que ha sido inflexible, pronuncia su terrible sentencia, ¡¡¡LA MUERTE!!!

CUADRO SÉPTIMO: En la celda. El sueño

                Ha llegado el momento supremo. Avergonzado por los remordimientos, no puede encontrar el menor reposo. Es asaltado por convulsiones horribles. Sueña que su esposa ha muerto de pesar y de vergüenza, su chiquita le prodiga sus últimas caricias y la rodea de flores. Todo esto es para él una pesadilla horrorosa. No puede soportar por más tiempo esta visión, y cae de bruces al suelo. El guardián que está al cuidado de él, le levanta, y trata de quitarle aquellas impresiones.

CUADRO OCTAVO: La ejecución capital

                Ante un numeroso público es conducido al patíbulo pagando de esta manera su horrible crimen.