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La boda de Rosario (1929)

Fue gracias a la amabilidad de Miguel Ángel Morales, pintor y autor de varios escritos sobre cómicos nacionales, que me hizo llegar el breve artículo de Revista de revistas del 17 de febrero de 1929, es que tengo la oportunidad de subir la breve nota. Lo que considero de más valor son las fotografías, pues hasta donde sé la cinta, como tantas otras, está perdida y duerme el sueño de los justos en algún archivo olvidado.

Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal en Filmografía general del cine mexicano (1906-1931) dan la siguiente ficha y datos sobre la cinta:

La boda de Rosario, 1929. Producción: Compañía Productora de Películas Nacionales, S.C.L. o Compañía Nacional Productora de Películas. Dirección, argumento y adaptación: Gustavo Sáenz de Sicilia. Fotografía: Jorge Stahl. Intérpretes: Carlos Rincón Gallardo, conde de regla y marqués de Guadalupe (el hacendado), Lupe Loyo (Rosariola joven de sociedad), Antonio Cañero, Juan José Martínez Casado (el sinvergüenza), Luciano Cardona, Rosita Ballesteros, Manuel Arcaraz, Ricardo Ruiz, un cantinero de La Ópera (cura). Película muda concluida en febrero de 1929.

Sinopsis: una joven de sociedad es novia de un hacendado, pero un sinvergüenza la enamora y la lleva a su casa. Ahí es sorprendido por el hacendado quien lo mata cuando trata de deshonrar a la joven. Ésta y el hacendado se casarán y serán felices.

Nota: esta fue la cuarta cinta dirigida por el aristocrático Gustavo Sáenz de Sicilia y la última. Más tarde sería un importante promotor de la primera versión sonora de Santa (Antonio Moreno, 1931). La compañía productora estaba dirigida por los señores Fernando Pimentel y Fagoaga, Agustín Torres Rivas, Miguel Díaz Barriga, Eduardo Tameriz e Ignacio Orvañanos. Gustavo Sáenz de Sicilia fungía como director técnico y Eduardo León de la Barra como gerente. La película era de ambiente campirano con todo y charros, chinas poblanas y coleaderos. En sus memorias, León de la Barra afirma que después de su estreno se decidió sonorizarla para competir con los recién llegados filmes parlantes de Hollywood. Para esto recurrieron al «señor Baptista (¿Eduardo Baptista?) que se dedicaba a fabricar discos Peerless [y que] nos ayudo a sincronizar la película con un disco grabado a propósito para ella», con resultado poco halagüeño.

Imágenes de la cinta La boda de Rosario. Revista de revistas del 17 de febrero de 1929, p. 18

Varios datos aporta Gabriel Ramírez en Crónica del cine mudo mexicano sobre la cinta, aparte de reproducir la breve nota que acompaña las imágenes:

La boda de Rosario se estrenaría en abril [27] de 1929 en el Teatro Iris acompañada de discos fonográficos, según la publicidad; y era una «fiel pintura de nuestro ambiente campirano de aquellos días, cuando a pesar de la triunfante revolución, aún regían clases y se conservaban latentes muchas tradiciones bellísimas en relación con los elementos rurales».

Tradiciones que no parecían tan bellas a los ojos de Alfonso Junco, quien consideraba que a la película,

«presentada y ejecutada con acopio de inteligencia, de arte y de cariño […], la afeaba fundamentalmente un argumento endeble y escabros que por dicha no es representativo de nuestras realidades sociales y la nubla levemente la tendencia a presentar un ilusorio México de charros y chinas poblanas, exageración que autorizada por el origen nacional de las películas, acabaría por consolidar definitivamente el ‘México de pandereta’ que ya circulaba en el extranjero […]» (p. 252)

Ángel Miquel en su libro Por las pantallas de la Ciudad de México nos hace partícipes de un choque de opiniones que tuvieron Carlos Noriega Hope y Gustavo Sáenz de Sicilia sobre la cinta en cuestión:

Después de conocer el argumento de esta cinta, Noriega Hope aconsejó a Sáenz de Sicilia que en el futuro buscara hacer obras «más mexicanas»:

«Dejémonos de aristocracias […] y vayamos al corazón de los humildes […] El ejemplo de Rusia es definitivo. Eisenstein fue, brutalmente, hacia el problema humano y nunca pensó en duques, marqueses o príncipes… Esto es lo único que aconsejamos, para el futuro, al director más tozudo de los que restan en México.» (El Universal, 24/II/29)

Sáenz de Sicilia se ofendió y respondió en una carta a Bonnard [seudónimo de Noriega Hope] que le daban ganas «de irse a China, a tomar películas, en vez de permanecer en este país de criticones». A lo que Noriega Hope respondió que no había «volcado bilis e ironías» sobre La boda de Rosario, sino que se había limitado a sostener «una charla circunstancial»… (p. 203)

Aparte de ser el debut de Juan José Martínez Casado en el cine, la película se considera un antecedente al cine sonoro mexicano, pues aunque fue exhibida como muda, posteriormente se trató de sonorizar con discos, pero sin éxito. Junto con este largometraje de ficción mudo, hay dos últimos intentos, ambos filmados en 1929: Los hijos del destino de Luis Lezama y Terrible pesadilla del imitador de Chaplin, Charles Amador. Ésta última, filmada en Puebla y tratada en vano de hacerla sonora.