Archivo de la etiqueta: Filmoteca de la UNAM

Tepeyac (1917) en la FCPyS de la UNAM

Tepeyac (1917) en la FCPyS de la UNAM

Compañía productora: Films Colonial.

Distribución: Germán Camus y Compañía.

Dirección artística: José Manuel Ramos y Carlos E. González.

Dirección técnica: Fernando Sáyago.

Fuente original: La tradición sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe.

Adaptación: José Manuel Ramos y Carlos E. González.

Títulos y subtítulos: Rafael Bermúdez Zataraín.

Fotografía: Julio Lamadrid.

Intérpretes y personajes: Beatriz de Córdova (la Virgen de Guadalupe), Gabriel Montiel (Juan Diego), Pilar L. Cota (Lupita), Emilia Otazo, Roberto Arroyo Carrillo (Carlos Fernández), Feliciano Gutiérrez (Juan Bernardino).

Longitud: 1691 ft. en la copia de 16 mm. (Filmoteca de la UNAM), equivalente a 4,230 ft. en 35 mm.

Longitud: 516 m. en la copia de 16 mm. (Filmoteca de la UNAM), equivalente a 1289 m. en 35 mm.

Duración: 47 minutos.

Forma: Ficción.

Tiempo de la acción: Presente / Histórico: Conquista, Colonia, 1531.

Lugar de la acción: ciudad de México, Tulpetlac, México, Tlatelolco / rural / urbano.

Género: drama, religioso.

Sinopsis tomada de Federico Dávalos Orozco, Summa fílmica mexicana : hacia una filmografía crítica del cine mexicano, México, edición del autor, 1989. (Tesis para obtener la licenciatura en sociología) UNAM, FCPS.

«El argumento constaba de dos partes principales. Una se desarrollaba en la poca actual, y la otra ocurría en los primeros años de la conquista de México.”

«Al principio de la cinta, Carlos Fernández recibe del presidente de la republica una comisión para el extranjero, y, antes de partir, se despide de Lupita, su novia. Pero el barco que lo conduce a Europa es hundido por un submarino, y la noticia llega a la novia por medio de la ‘extra’ de un periódico. La relación de la catástrofe aleja el sueño de los ojos de Lupita, que, para disipar su insomnio, esa noche toma un libro que hay sobre el buró, y que refiere la historia de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.”

1917 Tepeyac
Pilar L. Cota (Lupita) y Roberto Arroyo Carrillo (Carlos) en Tepeyac (1917)

«…El desarrollo de las escenas de la segunda parte se llevó a cabo lo más apegado posible a la tradición histórica. En el cerro del Tepeyac, en una cueva o templo clandestino, destinada al culto de Tonatzin, ‘la madre de los dioses’, concurren los indios de las comarcas cercanas. Es de noche. Un piquete de soldados españoles, acompañados de un fraile, se encaminan al pueblo de Tolpetlac. Uno de los soldados se rezaga, y dos indios lo toman prisionero y lo llevan a la cueva para sacrificarlo. Los compañeros del desaparecido descubren, tras larga búsqueda, su paradero, y se disponen a matar a los indios; pero el fraile, perteneciente a aquella pléyade de abnegados defensores de la raza conquistada, que contó con hombres tan ilustres como Gante, Sahagún y Las Casas, se interpone entre unos y otros, salva a los indios y predica el Evangelio en el mismo templo de Tonatzin.”

«Después hay escenas de bautizo y conversión de los naturales. Una de ellas fue inspirada en el hermoso cuadro mural que existe en la basílica de Guadalupe. También se tomó una escena muy característica de predicación de la doctrina cristiana en el atrio de la parroquia de Santiago Tlatelolco. De entre los concurrentes a esa ceremonia surge el indio Juan Diego protagonista del milagro.”

«No es necesario narrar al lector como ocurrieron las escenas de la aparición de María, con las consiguientes visitas de Juan Diego al Arzobispo de México. El hecho es muy conocido, y en la película se siguió fielmente la tradición.”

«Al volver la historia a la poca actual, Lupita aparece dormida, como fatigada por la lectura. A la mañana siguiente, un telegrama inalámbrico, le anuncia que su novio ha sido recogido por un buque y que regresa a México.”

«El novio llega sano y salvo, y el 12 de diciembre, aniversario del día en que la virgen quiso dejar su imagen en la tilma de Juan Diego, los enamorados hacen un paseo a la cercana ‘villa’ y recorren felices los puestos de feria, presencian las danzas de los naturales y suben al cerro donde la virgen se apareció por primer vez. Mientras suben, Lupita habla de su devoción a la patria. Cuando Carlos y Lupita llegan a la cima del cerro, contemplan el hermoso panorama del Valle de México, y conmovidos y enamorados unen sus labios en un beso.»

Tepeyac de Juan Manuel Ramos y Carlos E. González
Tepeyac de Juan Manuel Ramos y Carlos E. González

 

Presentación de la película Tepeyac por Federico Dávalos Orozco el 17 de marzo de 1993 en el Museo Casa de Carranza del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana

Tepeyac es uno de los casos en que se refleja nítidamente el carácter informal de la producción de aquel periodo, dificultando la asignación de créditos tal como los conocemos en la actualidad. Mientras que José María Sánchez García afirma que la dirección y el argumento fueron obra conjunta de José Manuel Ramos y Carlos E. González, en una entrevista Julio Lamadrid atribuye la dirección exclusivamente a José Manuel Ramos y dice que González participó como intérprete. [1] Por su parte, Silvestre Bonnard (Carlos Noriega Hope), en un artículo se refiere al trío de entusiastas cineastas que formaban José Manuel Ramos, Carlos E. González y Julio Lamadrid y dice acerca del segundo:

“Hizo también varias películas con eclecticismo cinematográfico encomiable, puesto que tan pronto «dirigía» una escena como «actuaba» frente a la lente o bien «manipulaba» sustituyendo al rollizo Lamadrid que, frecuentemente, hacía gesticulaciones a un metro del objetivo.” [2]

Tepeyac fue el primer proyecto realizado por la Film Colonial y contó para la parte correspondiente al recuento de la leyenda de la Guadalupana con numerosos colaboradores anónimos. Por ejemplo, se afirmó que el papel de Juan Bernardino lo desempeño Feliciano Gutiérrez, «un indígena auténtico». Los productores, sin recursos para promover la cinta, la vendieron a la empresa de Germán Camus proporcionando a sus autores -descontados los gastos- una utilidad neta de diez pesos. Esta cinta es una de las poquísimas que aun se conservan de la era muda. Se encuentra depositada en la Filmoteca de la UNAM.

La cinta está filmada con unas deficiencias pavorosas. Es notorio y evidente el descuido y el apresuramiento. Los abundantes y conceptuosos intertítulos reiteran en exceso lo que las imágenes nos relatan, a la manera de las cintas italianas de la época. Los actores miran insistentemente a la cámara.

Los textos y las imágenes no nos informan nada acerca de alguna transformación espiritual de aquellos elaboraron la cinta. Estamos en 1917, han transcurrido 7 años de guerra fraticida y revolución, pero parece que estuviéramos aún en pleno porfiriato. Esto se percibe en el tono paternal y conmiserativo con que se refieren al indígena. Se le llama la «Raza conquistada», son los «infelices conquistados». 

Se afirma que «los naturales, sin templos y sin ídolos, se hacían bautizar humildemente, siguiendo los consejos de los frailes, sus protectores». Juan Diego, con su tío Juan Bernardino y su esposa María Lucía llevaba «una vida miserable y tranquila»; Fray Bernardino de Sahagún fue «un padre amoroso de los vencidos y civilizador de los hijos de Anáhuac». Se comenta el «pensamiento infantil» de Juan Diego por querer evadir la presencia milagrosa de la Guadalupana y se enfatiza constantemente que Juan Diego es un «indio».

Los realizadores parecen querer exorcizar sus temores de que la revolución derribe los valores tan firmemente establecidos del profiriato en su expresión ideológica más clara: la religión. Simultáneamente hacen propaganda y una advertencia. Para ellos la Virgen de Guadalupe es la esencia de la mexicanidad, es el símbolo de la «Tradición», es la «Imagen Mexicana». Si los revolucionarios atentan contra la religión, contra la Iglesia (ferviente defensora e ideóloga del porfirismo), atentan contra la Virgen Morena, es decir contra la «nacionalidad mexicana».

En la cinta podemos apreciar escenas del 12 de diciembre en La Villa: un tianguis, breves escenas de danzantes y una multitud de campesinos que miran desconcertados a la cámara en medio de la cual los protagonistas, con elegantes trajes de ciudad, se encuentran desubicados e incómodos, sufriendo con resignación un «baño de pueblo».

[1] Escalante V., Esteban. «Nuestros técnicos y el porvenir de la cinematografía mexicana.» Revista de Revistas, 8 de octubre 1933.

 [2] Silvestre Bonnard (Carlos Noriega Hope). «Los precursores del cine en México. Tres retratos. La cinematografía Nacional. ‘Una partida ganada’ que pudo ser una partida perdida.» El Universal, 16 de mayo 1920.

 

Carlos E. González*

Pintor, decorador y escenógrafo. Con José Manuel Ramos dirige Tepeyac (1917) y Confesión trágica (1919), bajo el sello de la empresa Film Colonial. La primera, en la vena del nacionalismo hispano-católico se inspira en la tradición de las apariciones de la virgen de Guadalupe, con Beatriz de Córdova como la Guadalupana, el pintor Gabriel Montiel, como Juan Diego y un «indígena auténtico», Feliciano Gutiérrez como Juan Bernardino y, la segunda, expresa cinematográficamente las ideas del poema del español José Velarde, cuyos versos forman los intertítulos de la película y se filma en el convento de Tepotzotlán.

En ambas cintas, el fotógrafo Fernando Sáyago indica los temas y los encuadres, que la cámara de Julio Lamadrid registra; además, los realizadores González y Ramos actúan en pequeños papeles. También en 1919 desempeña el rol del maleante Santiago Risco en la afamada El Automóvil Gris de Enrique Rosas, Joaquín Coss y Juan Canals de Homs. Después, diseña los vestuarios y escenarios del argumento para cine Tlahuicole (1919) de Manuel Gamio y, más tarde, en 1925, los de su adaptación teatral. Es responsable de la decoración de la obra teatral Quetzacóatl, letra de Rubén M. Campos y música de Alberto Flacheba. En los treinta trabaja para el Teatro Orientación, en particular para las temporadas del actor Alfredo Gómez de la Vega. En todas estas labores, expresión del nacionalismo cultural, destaca su interés por la recuperación del pasado prehispánico. 

*Tomado del Diccionario de directores del cine mexicano de Perla Ciuk, México, CONACULTA, 2000.  

 

José Manuel Ramos* 

josemanuel_ramos
José Manuel Ramos

Poeta, periodista, argumentista y director artístico. Entusiasta aficionado del cine, escribe sobre la materia para el semanario Mefistófeles con el seudónimo de “Salustiano”; escribe o adapta numerosos argumentos filmados entre 1917 y 1921: Alma de Sacrificio (1917) de Joaquín Coss, Partida Ganada (1920) de Enrique Castilla, así como las cintas dirigidas por Ernesto Vollrath Hasta Después de la Muerte (1920), En la Hacienda (1921), Amnesia (Dos Almas en Una) (1921) y La Parcela (1921). Con Carlos E. González dirige Tepeyac (1917) y Confesión trágica (1919). 

La primera, en la vena del nacionalismo hispano-católico se inspira en la tradición de las apariciones de la virgen de Guadalupe, que interpreta Beatriz de Córdova, el pintor Gabriel Montiel, como Juan Diego y un «indígena auténtico», Feliciano Gutiérrez como Juan Bernardino; la segunda, expresa cinematográficamente las ideas del poema del español José Velarde, cuyos versos forman los intertítulos de la película que se filma en el convento de Tepotzotlán. 

En Viaje redondo (1919), adaptación de un argumento de Carlos Noriega Hope que cuenta los apuros de un fuereño en la capital, traslada a la pantalla los «tipos mexicanos» del teatro de revista encarnados por Leopoldo ‘Cautezón’ Beristain, Lucina Joya, Alicia Pérez y el debutante Joaquín Pardavé. En El Zarco o Plateados (1920), sobre la novela costumbrista de Ignacio Manuel Altamirano, debuta como productor y actor Miguel Contreras Torres. Cuando se inician en nuestro país los ensayos de sonorización fílmica dirige el corto Cautiva (1929), producción del impresor Fernando M. Campos con música de Agustín Lara.

*Tomado del Diccionario de directores del cine mexicano de Perla Ciuk, México, CONACULTA, 2000.