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Las películas de Fernando R. Elizondo: El noveno mandamiento, El tren expresso y Mitad y mitad

Tomado de Cine-Mundial, vol. 5, mayo, junio, septiembre y octubre de 1920, pp. 508, 590, 809 y 878:

De ferrocarrilero a estrella cinematográfica

Fernando R. Elizondo interpreta con éxito en Nueva York El noveno mandamiento, su propia obra literaria

Las novelillas de la vida real tienen mucho más interés que las que van en los libros y en la pantalla. Cuando tienen que ver con el cine, hay que ocuparse preferentemente de ellas en estas columnas. Y novelesco es que venga a Nueva York un ferrocarrilero de Méjico, con intención de arreglar asuntos de su profesión y, por mera casualidad y sin que ni él mismo se dé cuenta de cómo, caiga en la cinematografía—en calidad de artista—y se quede ahí para satisfacción de directores y empresarios.

Todo esto es rigurosamente exacto. El señor Fernando R. Elizondo llegó de su país con cierta comisión oficial, hace uno o dos años. Cierta tarde de estío, en el Parque Central, el señor Elizondo tomaba el fresco, a la sazón que un director y sus artistas y fotógrafos tomaban películas. Se trataba de una especie de idilio, en el que figuraban una dama y un galán. Este último, según parece, bastante duro de mollera. Elizondo, que por primera vez veía fotografiar una escena de arte mudo, estaba muy interesado en aquello, pero el director no quería intrusos y le dijo que se fuera a sentar un poco más lejos.

La escena volvió a repetirse. El galán volvió a meter la pata. Le faltaba efusión: no tenía soltura en los movimientos, estaba echando a perder celuloide de una manera alarmante. El director se tiraba de los pelos. Elizondo reía. De pronto, el director se dirige a él, desesperado, y le dice:

—A ver, usted…ya sabe lo que hay que hacer. Pruebe.

Elizondo, ferrocarrilero, independiente, sin pizca de experiencia en cuestión de películas, pero joven y afecto a las aventuras, se pone en lugar del galán joven y la escena sale a maravilla.

El director lo felicita y le propone que se quede a trabajar con él. Pero nuestro hombre tiene a su cargo apuntos importantes y no va a dejar su profesión de la noche a la mañana. Sin embargo, guarda la tarjeta y la dirección del director.

Pasa el tiempo; Elizondo decide dedicarse al arte mudo, hace sus ahorros, deja su empleo
y se presenta en Nueva York. Resultado: que a la vuelta de unos meses, ya lo tenemos hecho un héroe de película y que su primera producción está ya en venta y, al decir de los conocedores, es de primera clase.

Cine-Mundial de mayo de 1920 (Vol. V, p. 546)
Cine-Mundial de mayo de 1920 (Vol. V, p. 546)

Hay la circunstancia de que su experiencia en cuestión de trenes hace que Elizondo ejecute «trucos ferrocarrileros» que ningún otro artista de cine se atrevería a arriesgar, de modo que sus cintas tienen no sólo interés estético sino interés emocional. La primera de éstas, que, como decimos, acaba de producirse, se llama El noveno mandamiento y en ella el primer actor es Elizondo y la primera actriz la artista rusa Halina Bruzovna, que tiene ganados muchos laureles en su país natal, en Polonia y en Francia.

Esta producción es de la Sunshine Film Corporation y el director y organizador de la empresa es el señor Emil Harder, que ha tenido varios éxitos notables y goza de mucho prestigio en los círculos cinematográficos de Norte América.

Cine-Mundial considerará siempre como un grato deber estimular a todos los hermanos de raza que luchen y se batan con energía en las barricadas—henchidas de combatientes—de la cinematografía norteamericana. Cada vez que alguno de los nuestros, como Antonio Moreno o Cristina Pereda, salen victoriosos de la lid, nos envanecemos como si fuese triunfo personal, porque no es muy sencillo eso de ganar victorias en el campo enemigo, sobre todo cuando son millones los competidores.

A campo enemigo llegó recientemente F. R. Elizondo, en busca de triunfos de la pantalla y justo es, de acuerdo con esas tradiciones de estímulo a que nos referimos, aludir a su primer hecho de armas y tratar de impulsarlo por el sendero del arte, a donde lo llaman, no solamente sus aficiones, sino su talento y sus naturales aptitudes para la interpretación cinematográfica.

Elizondo, cuya primera experiencia ante la cámara fué pretexto para un suelto publicado
en nuestro número anterior, acaba de terminar y de exhibir ante un grupo de amigos su primera película propia: El noveno mandamiento. La cinta confirma las predicciones del Director de ella, Emil Harder, que auguró un triunfo para el joven intérprete. Este, a pesar de su escasa experiencia, demuestra que, con los elementos necesarios, puede ir muy lejos en la ruta de la fama. Su caracterización en la obra es excelente y su soltura ante el lente de la cámara revela aptitudes especiales para el arte mudo.

Además de estos detalles de mera interpretación, la cinta tiene una serie de fotografías que no vacilamos en calificar de notables. El fotógrafo es de primera y las escenas están admirablemente iluminadas y se apegan fielmente a los cánones establecidos, sin que falte un detalle. Merece especial mención todo lo que, fotográficamente y desde el punto de vista de la interpretación, tiene que ver con las «dobles exposiciones» de la cinta, en la que Elizondo representa dos papeles.

La dirección de El noveno mandamiento también es irreprochable. Los títulos en el original inglés ayudan asimismo a mantener el interés del espectador y sin duda que la traducción al castellano seguirá por el mismo camino. El señor Harder parece machucho
en estas cuestiones de películas, a juzgar por el excelente trabajo de dirección que ha hecho en esta cinta. No hay lunares.

La actriz rusa que colabora con Elizondo es ya conocida en el mundo cinematográfico. Halina Bruzovna, lo mismo que los demás intérpretes de la película de que hablamos, son familiares para los afectos al Cine.

Publicidad aparecida en Film Daily del 29 de abril de 1920 (Vol. XII, No. 29, p. 6)
Publicidad para la cinta The Ninth Commandment aparecida en Film Daily del 29 de abril de 1920 (Vol. XII, No. 29, p. 6)

Sin duda que El noveno mandamiento tendrá éxito tanto en los Estados Unidos como en la América de habla española y nosotros seremos los primeros en alegrarnos de ello, por Elizondo y por la raza.

Fernando R. Elizondo ha llegado de los Estados Unidos a explotar El noveno mandamiento, cuyo estreno está anunciado para dentro de unos días. Ya hablaremos.

N. de la R. — Momentos antes de entrar en prensa, hemos recibido la noticia de que el joven artista Fernando R. Elizondo, de quien hemos hablado ya en ediciones precedentes
y que se hallaba en su país natal haciendo una película, acaba de sufrir un accidente de gravedad.

Según parece, nuestro buen amigo, por salvar a una compañera que iba a ser aplastada por el tren en momentos en que estaban fotografiándose varias escenas de una cinta, fué alcanzado por la locomotora y recibió varias heridas que exigen atención médica.

Deseamos sinceramente que Elizondo se alivie pronto, que termine su película y que
vuelva de nuevo por aquí, donde cuenta con muchos y buenos amigos.

La cinematografía nacional lleva trazas de dar un gran paso hacia adelante: la casa de Germán Camus y Cía., que tiene en su haber algunas de las mejores películas hechas aquí, se prepara a estrenar dignamente sus talleres y ha invitado por medio de la prensa a todos los que deseen filmar, a hacerlo previo examen. Y es indudable que en esta forma obtendrá mejores resultados que encomendando sus cintas a los intérpretes ya conocidos y que han visto por los suelos su disculpa de inexperiencia con el caso de Fernando R. Elizondo; caso que viene a patentizar el importantísimo papel del director, que aquí se encomienda con tanta indiferencia.

Epifanio Soto (hijo), corresponsal.

Cine-Mundial (Vol. V, p. 608)
Cine-Mundial de junio de 1920 (Vol. V, p. 608)

Felipe Garrido en Luz y sombra. Los inicios del cine en la prensa de la ciudad de México reproduce un anónimo artículo publicado en Excélsior el 3 de agosto de 1920:

El noveno mandamiento

Interpretación de: Fernando R. Elizondo, consagrado por la prensa nacional y extranjera, como un artista de gran fuerza emotiva.

Elizondo es el primer mexicano que alcanza renombre en los grandes estudios de Norteamérica, trabajando al lado de estrellas de primera magnitud.

El estreno de esta cinta se efectuará el sábado 7 del actual, en los principales salones del Circuito Granat, S. A.

En Filmografía del cine mudo mexicano, volumen II, 1920-1924 se menciona el accidente en la ficha del filme El tren expresso que, según Aurelio de los Reyes, se filmó en agosto de 1920. Reproduzco la información (pp. 62-63):

Se informó que Elizondo filmaría escenas de una película en el cañón de la Mano en el estado de Morelos, «que presenta un aspecto grandioso tanto por lo atrevido de la construcción de la vía cuanto por los accidentes geográficos y por sus hermosas perspectivas».

Inconclusa por un accidente durante la filmación, «hice cerca de 500 metros de película – nos dijo – y solamente me faltó una escena. Se trata en ella de que un tren a toda velocidad choque contra un débil carruaje, en el cual viajo con una muchacha; pero el coche debe quedar hecho pedazos y a salvo mi compañera y yo».

Aparentemente la concluyó, pero, al decir de Cine Mundial resultó fallida por la inexperiencia de Elizondo en la producción y dirección de películas.

Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal en Filmografía general del cine mexicano (1906-1931) dan como fecha de la filmación 1921 y anotan sobre el filme El tren expresso que es una:

cinta de la que aún no se han localizado referencias en los diarios. El cronista José María Sánchez García la menciona afirmando que era de «argumento ferroviario». ¿Se trataría acaso de Mitad y mitad?

Los mismos autores en la misma obra consignan la siguiente ficha filmografía y comentario:

Producción: Dieli Film, Fernando R. Elizondo. Dirección técnica: Enrique J. Vallejo. Argumento: Fernando R. Elizondo. Fotografía: Roberto A. Turnbull, Intérpretes: Fernando R. Elizondo, Josefina Maldonado, Lamberto Ortega, Elena Velázquez. Filmación concluída en mayo de 1921. Longitud: 5 momentos.

Nota: La publicidad presentaba a esta película como una comedia cinematográfica mexicana en cinco momentos con escenas emocionantes de ferrocarril, de aviación y de bañistas estilo Mack Sennett. El protagonista Fernando R. Elizondo destacó por su habilidad para saltar de un tren a otro en movimiento; en esta cinta, la única que filmó la empresa Dieli Film, seguramente repitió las acrobacias ferrocarrileras con las que se presentó el año anterior en una película norteamericana producida por la Sunshine Film Corporation titulada El noveno mandamiento.

Los más probable es que las escenas de El tren expresso, película que nunca se terminó de filmar, hayan sido utilizadas en Mitad y mitad, pues recordemos que Elizondo se accidentó durante la filmación y el proyectó se truncó.

Ninth Commandment, Film Daily, Vol. XII, No. 30A, Apr. 30, 1920, p. 6
Promoción orientada a los alquiladores para adquirir la cinta. Se publicó en Film Daily doce veces entre abril 17 y mayo 3 de 1920

Aurelio de los Reyes en su Filmografía del cine mudo mexicano, volumen II, 1920-1924 abunda con información sobre Mitad y mitad. Se estrenó en una «exhibición privada el 19 de julio en el cine Venecia; el 13 de agosto al público en los cines Salón Rojo, Venecia, San Juan de Letrán, Granat, Santa María la Ribera, Trianón, Santa María la Redonda, Briseño, Bucareli, Progreso y Mundial.»

También reproduce una sinopsis de la trama:

Federico (Elizondo), Eduardo (Lamberto Ortega) y Martha (Josefina Maldonado). Los dos primeros jóvenes regiomontanos de buena familia, pero amantes de la vida galante. Ella, también de Monterrey, es una muchacha enamorada de Federico, para con quien tuvo que concluir por los escándalos y francachelas a que se dedicaba. Los dos muchachos se hallan en la capital en condiciones de miseria horrible. Se quieren mucho, pernoctan en una casa en construcción y han pactado bajo juramento que todo lo que tengan se lo partirán. Si viven la misma vida de amarguras justo es que cuando uno de ellos tenga algo, dé la mitad a su compañero. Una noche de tantas Federico sueña que al estar con su compañero en Chapultepec, pasa Martha (ya entonces viuda) y le reconoce. No desdeña sus harapos ni su aspecto, le hace llamar por medio de su lacayo y le ruega venga a su casa. Aquella viuda, que no por serlo dejó de amar nunca a su antiguo novio, lo restituye a la sociedad haciéndolo su apoderado primero y prometiéndole matrimonio después. Eduardo participa de la mitad que tiene Federico; pero la viuda le interesa vivamente a su corazón. Y una tarde en que Martha dio una gran fiesta para anunciar su matrimonio, mientras los invitados gozaban de la hora y habían arrancado de sus brazos al novio, el amigo mitad, le declara su amor a la viuda. Federico sorprende a la pareja en el instante que ella rechaza enérgicamente al ingrato. Por momentos se espera la tragedia. Eduardo (sic) arroja a su infiel amigo a un estanque del parque y lo golpea sin piedad. Todas las escenas llenas de delicada comicidad. Cuando el espectador se halla mayormente intrigado con aquella escena violenta, cambia bruscamente la decoración y se ve a la pareja de infelices en el instante en que un albañil arroja sobre ellos un bote con agua. Despiertan a la realidad de su existencia paupérrima y da fin a la película. […]Hay una hermosísima escena en la que Federico, durante su sueño de ventura, escucha a Martha que le cuenta su vida. Su primer esposo, de profesión aviador, había muerto trágicamente. Por la pantalla pasa una emocionante escena de aviación. […] La escena de las bañistas que se desarrolla en ocasión de la fiesta de Martha, es interesante, graciosa, artística.

Perla Ciuk en su Diccionario de directores del cine mexicano reproduce unas declaraciones de Fernando R. Elizondo (Revista de Revistas, El Primer Mexicano que Filma en Nueva York, Roberto El Diablo [Roberto de Jesús Núñez y Domínguez], No. 533, 25/07/1920, p. 28, Archivo de Esperanza Vázquez Bernal y Federico Dávalos Orozco):

Ahora, después de terminar la explotación de mi película en mi país, regresaré otra vez a Nueva York a continuar filmando; pero antes tomaré escenas aisladas en nuestros más bellos parajes, a fin de incluirlos en mis próximas películas, para dar a conocer de esta manera los encantos naturales de nuestra Patria en el extranjero. Ya he obtenido toda clase de facilidades a este respecto, del actual director de los Ferrocarriles Nacionales, don Francisco Pérez, quien cortésmente me ha brindado un amplio permiso para utilizar el material ferroviario indispensable y poder lucir así mi intrepidez en escenas sensacionalistas, como las que presento a bordo de un tren en marcha, en la segunda parte de El noveno mandamiento, y las cuales, como usted sabe, por el peligro en que uno se encuentra, gustan tanto a todos los públicos.

Ángel Miquel en Por las pantallas de la ciudad de México. Periodistas del cine mudo rescata  una nota de El Heraldo de México (11/VIII/1920) escrita por Rabel sobre la promoción por parte de los periodistas para lanzar a Fernando Elizondo como la primer estrella cinematográfica mexicana. Hernando Rabel fue uno de los varios colaboradores que Antonio J. Olea reunió en la Página Cinematográfica de El Heraldo:

[…] aún no contamos con un ídolo criollo, nacido en las chinampas de Xochimilco o en los vergeles tapatíos.

Por fortuna últimamente […] se ha presentado […] un aspirante «del país» que tiene todas las probabilidades de alcanzar la consagración. Fernando Elizondo, experto ferrocarrilero, guapo mozo, mundano audaz, empedernido juerguista, emprendedor talentoso y excelente amigo, acaba de exhibir por primera vez su gallarda y juvenil figura, y todo hace creer que esta presentación sea el comienzo de su carrera de ídolo.