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Salvador Toscano, pionero del cine mexicano

Salvador Toscano, pionero del cine mexicano

            Salvador Toscano, empresario cinematográfico, fotógrafo y cineasta pionero del cine nacional, documentó la vida nacional desde 1897 cuando obtuvo su primera cámara, hasta finales de los años cuarenta.

Salvador Toscano
Salvador Toscano

Nacido en 1872 en Guadalajara, Jalisco, muere en la ciudad de México en 1947. Se tituló como ingeniero topógrafo e hidrógrafo, pero fue el cine lo que le animó toda su vida. Importó de Francia un proyector y un tomador de vistas en 1896 para instalarse en la calle Jesús María en la capital del país e inaugurar en 1898 la primera sala de cine: “El Cinematógrafo Lumière”. En esa primitiva sala acompañó las vistas de los hermanos Lumière con un fonógrafo Edison. También fue el introductor y exhibidor, junto con Carlos Mongrand, de los films de George Méliès en nuestro país. El cine fantástico del genio francés no fue ignorado por este empresario. Al empezar a escasear el material filmado,Toscano se convirtió en camarógrafo y comenzó a plasmar en película la vida cotidiana, así como a los políticos, artistas, militares, gente de la buena sociedad y peladitos del mercado . Combinar el aspecto administrativo y económico del negocio aunado con la parte artística que era tomar vistas, que más parecían noticieros.

Su biógrafo, Ángel Miquel en su premiada obra sobre este cineasta nos muestra un hombre con varias facetas: ingeniero y empresario, un apasionado del cine y su trabajo como servidor público. Ahondar en cada faceta es imposible en este espacio tan limitado.

De los cientos de eventos filmados por Salvador Toscano o sus colaboradores  enumeró algunos que considero más representativos de esa época: Fiestas del centenario de la Independencia compuesta por treinta partes; La toma de Ciudad Juárez y el viaje del héroe de la Revolución  D. Francisco I. Madero, dispuesta en cinco partes; La Decena Trágica en México (o Revolución felicista, o La caída del gobierno de Madero) obra que constaba de treinta y tres partes unitarias. Es necesario comentar que cada parte podía estar integrada por una, dos, tres o hasta una docena de escenas diferentes que mantenían una unidad temática o cronológica.  La primera obra corresponde a 1910, obvio, la segunda a 1911 y la tercera a 1913.

Se debe a él la creación de una película de argumento y para ello adaptó al cine Don Juan Tenorio en 1899 con el popular actor Paco Gavilanes.

En 1917 el Secretario de Fomento instruye una comisión para explorar el territorio de Quintana Roo y Toscano filma El territorio de Quintana Roo (o Las riquezas de Quintana Roo) compuesta por cuatro partes.

Su filmografía inicia en 1898 cuando filma El Zócalo, La Alameda y Llegada del “Tlacotalpan” a Veracruz y desde 1915 comenzó a editar el material que poseía para dar paso a varias versiones de la Revolución Mexicana que terminan  en 1950, tres años después de su muerte cuando su hija Carmen Toscano de Moreno Sánchez reúne y edita Memorias de un Mexicano, película de la cual hablaré en mi siguiente columna.

la obra póstuma de Salvador Toscano, producida y editada por su hija Carmen Toscano de Moreno Sánchez: Memorias de un mexicano.

Ya desde 1912 el ingeniero Toscano tiene la idea de hacer un largometraje donde se muestrara el conflicto revolucionario en su totalidad. Para ello compila y edita su trabajo hecho hasta esa fecha y que lleva  por título Historia completa de la Revolución de 1910 a 1912. Continua con Historia completa de la Revolución (1914); Historia completa de la Revolución de 1910 a 1915; un año después Historia completa de la Revolución de 1910 a 1916; y, en la década de los veinte Historia completa de la Revolución Mexicana de 1900 a 1927 (1927) para terminar con su Historia de la Revolución Mexicana (1935). En estas diferentes ediciones de su material, el Ing. Toscano, va conformando su muy particular visión de la gesta revolucionaria y, en la versión del 1927, hace una dura crítica a los gobiernos de Obregón y Calles.

Carmen Toscano comienza a catalogar el material filmado por su padre, Salvador Toscano, en 1942 y a escribir un guión. Con la narración de Manuel Bernal en 1950 finaliza el proyecto y el 24 de agosto de ese año es proyectada por primera vez. Es el primer largometraje documental del cine mexicano.

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Memorias de un mexicano

El film inicia mostrándonos una Ciudad de México donde la “paz porfiriana” impera. Vemos una ciudad próspera, los habitantes de la ciudad asisten a corridas de toros, desfiles, kermeses y bailes. Hoy en día, esas tomas de la ciudad, nos parecen bastante provincianas si las comparamos con lo que hoy es la megalópolis del Valle de México. Hay escenas de los tranvías de burritos, los canales que en esa época eran las vías para transportar los alimentos desde Xochimilco y La Viga, los trenes, que son parte imprescindible de la lucha armada y en ocasiones el símbolo de la lucha, los carruajes de la gente bien y los burros que usa el pueblo. Las rimbombantes fiestas del centenario en 1910 dan idea de la opulencia del régimen. Pero es la filmación de la Revolución Mexicana la que, sin la carga ideológica que trataron de imprimir los realizadores posteriores, nos ubica en un contexto donde la narración es lineal y sin falsas pretensiones estéticas. Es una sucesión de hechos épicos realizada por hombres comunes y corrientes. El glamur y fotogenia que luego se le impondría a la Revolución está ausente en la obra de este pionero. Memorias de un mexicano nos permite ver a los principales personajes de la Revolución, Madero, Carranza, Villa, Zapata, Obregón, Calles en los momentos cumbres del movimiento armado. Las movilizaciones militares de federales, constitucionalistas y convencionistas dejan ver a hombres que sin ser conscientes del hito histórico en el que estaban inmersos, actúan con total naturalidad. Los asesinatos de Madero, Carranza, Zapata y Villa; la reconstrucción nacional a partir del gobierno de Obregón; el “Maximato” con sus tres presidentes, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez; el sexenio de Cárdenas y la expropiación petrolera, para terminar con el gobierno de Ávila Camacho.

Para mi gusto, la última parte del documental desmerece respecto a la primera. Por ser un documental que abarca cincuenta años, desde 1897, cuando Salvador Toscano adquiere su primera cámara, hasta 1947, año de su muerte, la parte final no tiene la misma fuerza.

Al paso de los años la monumentalidad de la obra crece. El haber sido testigo privilegiado del acontecer nacional de la primera parte del siglo XX, confiere al autor de este documental una estatura difícil de alcanzar. Sin empacho alguno considero esta obra una joya de la cinematografía nacional. No por nada fue merecedora del premio Psique Award por la Asociación de Psiquiatría de Texas en 1950 al igual que el Ariel a la película de mayor interés nacional por la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas. En 1967 el Instituto Nacional de Antropología e Historia la catalogó como monumento nacional. Utilizar el cine documental como documento historiográfico requiere de una lectura mucho más atenta. Ahora que estamos en todo el territorio nacional promoviendo las efemérides del centenario del inicio de la Revolución Mexicana no puedo dejar de recomendar a todo profesor o maestro mostrar a sus alumnos este documento cinematográfico único en su género.

Para aquel lector interesado en ver el documental lo invito a consultar la página de la Fundación Toscano donde podrán adquirirla en formatos VHS o DVD, amén de otros extraordinarios documentales o libros sobre el primer director mexicano de cine.